Las mujeres alargan más sus estudios, según el último informe de la OCDE sobre educación, es decir, hay un mayor porcentaje de mujeres preparadas que de hombres. Sin embargo, tienen una menor tasa de empleo que ellos. La única explicación a este fenómeno es que existe una falsa creencia sobre las capacidades de la mujeres a la hora de desempeñar ciertos trabajos, lo que las sitúa siempre detrás de los hombres. Frases del tipo "las mujeres son menos ambiciosas" "no es trabajo para mujeres" o "las mujeres son demasiado emocionales" no nos hacen ningún favor.
Por otro lado, las mujeres dedican más horas que los hombres a trabajo no remunerado, en España son en concreto dos horas más. El trabajo no remunerado es el que se hace sin cobrar: hacer la compra, cuidar a familiares, limpiar la casa... todas ellas tareas necesarias para el mantenimiento del hogar y la familia. Si las mujeres pasan más tiempo en el ámbito no remunerado, difícilmente pueden ganar lo mismo que los hombres. Reivindicar el reparto de tareas en casa, sería un pequeño comienzo.
En cuanto al tipo de trabajo, las mujeres suelen decantarse por profesiones de servicio a los demás, que son los empleos peor valorados y, por tanto, peor pagados. Este hecho tiene su origen en la educación diferenciada que reciben niños y niñas desde su infancia. Como os comentaba hace unos días en este artículo sobre emprendimiento, a los niños se les enseña a comerse al mundo, y a las niñas a dar de comer... Con estas infancias, la elección de profesión queda bastante limitada.
A pesar de lo dramático del asunto, y de la necesidad de implementar políticas que favorezcan la igualdad en todos los ámbitos de la sociedad, existen muchos pequeños gestos que todos podemos hacer para plantar la semilla del cambio. No nos perdamos hablando de cómo va el país y lo que deben hacer unos y otros. Ojo! que también es necesario el debate social, pero no hay que olvidar el diálogo interno. Cuando vuelves a tu casa y te encuentras tu realidad, ahí no hay nadie más para exigir igualdad. En ese punto sólo tú puedes introducir cambios, a veces muy sutiles, con grandes consecuencias para ti y los que te rodean.
Puedes empezar por un reparto equitativo de tareas en casa, donde todos los miembros de la familia pueden participar. Haz una lista y anota qué hace cada uno. También puedes empezar a entrenar tu oído para filtrar el vocabulario discriminatorio o machista de tu entorno. Ten en cuenta que la mayor parte de esas palabras mal empleadas, se dicen sin una intención maliciosa. Normalmente, la gente utiliza expresiones por costumbre, así que tampoco hay que montar un circo cada vez que alguien llame "nenaza" a un niño que llora, por ejemplo. Será mucho más enriquecedor explicar las consecuencias de utilizar expresiones de ese tipo, para que no se vuelvan a repetir. Y por último, educa en igualdad a tus hijos. No pierdas ninguna oportunidad en explicarles que niños y niñas son iguales y pueden hacer las mismas cosas, que no hay cosas de chicos o de chicas.
Qué pequeñas acciones se te ocurren para caminar hacia la igualdad? Cuéntamelo! Me encantará leerte!
Feliz comienzo de semana!!