Hace mucho tiempo, en una galaxia lejana... abrí este blog. Ya sé que lo sabéis, pero una tiene que ir lanzando citas frikis siempre que puede, que hay una reputación que mantener.
En fin. Hace unos cuantos años que empezó el blog y curiosamente hay ciertos posts que siguen generando un montón de tráfico. Digo curiosamente porque cuando voy a verlos me sorprende que Google los indexe y que la gente entre a verlos con lo feas que son las fotos y lo escueta que es la información. Claro que también es una alegría verlos, porque me doy cuenta de todo lo que he aprendido, pero en general la sensación es más de vergüenza total ante mi completa falta de ídem.
Así que he decidido ir actualizando algunos de los posts más viejunos, cambiarles las fotos y darles, en general, un aire más decente, para que quien entre a mi blog por ahí no huya despavorido.
La buena noticia, si es que la hay, es que repasar esas viejas entradas para sacar fotos más bonitas y desempolvar un poco los tutoriales, es que voy a poder recuperar ideas y desarrollarlas un poco más.
Y es que, siendo sinceros, este blog empezó como un lugar donde documentar actividades con pompones pequeñitos, porque por ese entonces, si no me equivoco, el pompón mayor tenía 5 años y los peques 3. Y poco a poco se fue transformando.
Transformarse es una cosa buena. Nunca he entendido a la gente que se queja cuando su grupo favorito saca un disco distinto, con un estilo nuevo. Solo AC/DC pueden sacar el mismo disco durante 30 años sin que el resto de los mortales nos aburramos. El resto de los grupos tienen que evolucionar y probar otras cosas para crecer y mejorar.
No es una traición personal que una escritora de libros juveniles se pase a la novela adulta, ni que un blog que trataba de manualidades infantiles se convierta en un cajón desastre para todo tipo de DIY, por mal que le pese a mi amiga Ruth, que a veces me tira de las orejas cuando no sabe qué hacer con sus hijos.
Pero me voy por las ramas. Como este blog empezó siendo un catálogo de actividades infantiles, hay todavía un montón de ideas que pueden mejorar y evolucionar y tener una nueva vida. Y como en casa somos mucho de reciclar, no las vamos a dejar ahí tiradas sin más, ¿no? Así que de vez en cuando voy a hacer una entrada encadenada que recupere un post antiguo y amplíe la actividad, con enlaces en ambos posts a su post encadenado. Que viva el reciclaje.
Pues bueno, una de las primeras ideas que compartimos en el blog fueron los farolillos chinos. Son súper fáciles de hacer y seguro que ya los hacíais cuando erais niños. Pero si no sabéis por dónde empezar, aquí os explico cómo hacerlos. Con mi lacónica forma de comunicarme de hace cinco o seis años, pero con fotos más o menos bonitas (sigo sin cámara!) realizadas ahora. No os he dejado ninguna foto vieja porque solo había una y te hacía venir ganas de llorar.
¿Qué le hemos hecho al farolillo para actualizarlo? Primero, cambiarle el asa de papel por un asa de cinta pegada con washi tape. Que los pompones preadolescentes son mucho más cuquis que los pompones niños.
Pero además, hemos cortado un círculo del mismo diámetro que la base de nuestro farolillo y lo hemos fijado con washi a la parte inferior del farolillo. Hemos comprado unas velitas eléctricas, de esas que tienen LED en la llama y las hemos metido por la abertura superior. Y voilà.
Ya tienes farolillos para tu fiesta en el exterior, para tu cena romántica en el balcón o para iluminar la mesa del estudio o el comedor mientras tú descansas vegetando en el sofá frente al último capítulo de la temporada de la serie que mires. Porque ahora es época de últimos capítulos (y si veo una vez más el anuncio de The Walking Dead voy a ser yo la que empiece a arrancar cabezas).
En fin, ahí está, nuestra primera entrada encadenada. Podéis ir a ver el post original, Farolillos chinos.