Las ferias medievales cada vez gozan de mayor popularidad, y son incontables las ciudades que celebran estos eventos: Ávila, Puebla de Sanabria, Oropesa, El Molar, Tortosa, Ribadavia, Santo Domingo de la Calzada, Estella, Rubielos de Mora, Toledo... La amena variedad de los mercadillos eventuales se enriquece con un enorme abanico de seducciones para toda la familia, desde los dulces a las fragancias, pasando por duelos a espada y espectáculos de cetrería.
Felizmente, el capítulo más nutrido en estos eventos es casi siempre el de las artesanías y manualidades. E nuestra visita a una popular feria hemos podido conocer una espléndida reunión de manufacturas singulares, realizadas en muchos casos en el mismo lugar de venta, y aderezadas como es costumbre con el atuendo histórico de los artesanos expositores. !Acompáñanos en la visita!
El sector de la bisutería, a menudo, es el capítulo preponderante en los mercados medievales. Adornos y figuras diseñados hace siglos gozan de plena vigencia hoy día.Empezamos nuestro recorrido atraídos por estos singulares objetos, de forma tan agradable como variado colorido. Se trata de fanales, lámparas para colocar velas, cuya luz gana cautivador atractivo en las vasijas traslúcidas.
En una feria del medievo no podían faltar los trabajos en cuero, artesanía de origen prehistórico, que hoy día se cultiva con todo refinamiento para elaborar accesorios de moda.
La fabricación de jabones a la manera tradicional y con ingredientes naturales es otra artesanía que cuenta con numerosos aficionados en la actualidad.
Las marionetas gustan por igual a niños y mayores, ya que además de sus prestaciones teatrales sirven como bonito adorno de cuartos infantiles. La elaboración reúne carpintería y costura.
Un icono muy típico de aquellos siglos es el legendario dragón. Los que se vendían en este puesto ostentaban un refinado trabajo de pintura con aerógrafo.
Atrayente panorama el de este rincón del mercado, repleto de velas en todos los colores y formas, realzadas además con sugestivas fragancias clásicas y modernas.
La influencia de “El señor de los anillos” se percibe en la popularidad de las figurillas que representan hadas, duendes, árboles y personajes fantásticos de los bosques.
Las brujas, personajes de fuerte raigambre medieval, pululaban en todos los rincones.
Otro artesano con su indumentaria histórica, absorto en la elaboración de colgantes. Muchos de los puestos mostraban cómo se montaban y decoraban las piezas en venta.
Recordemos que los artesanos deben ir vestidos conforme a la usanza de la época. Este maestro de la talla luce un pertinente ropaje mientras labra con gubias un recio madero de iroko.
Un precioso ejemplo de artesanía oriental, que parece sacado de los cuentos de Simbad.
Bonita colección de pulseras montadas sobre cuero. El bastidor de palo hace un marcado contraste con el refinamiento de los adornos.
En estos eventos siempre se dan cita las piezas del orbe musulmán. Las teteras y bandejas que vimos mostraban gran perfección en el labrado.
La capucha era una prenda muy común en la vestimenta de muchos oficios. El artesano de la foto fabrica juguetes, carracas y flautas en madera y caña.
Los objetos de madera tienen nutrida aparición en las citas medievales. Los de la foto están elaborados con diversas técnicas, incluyendo el vaciado con el torno.
Pajaritos adornados con plumas sobre una base de corcho blanco, vivamente coloreados.
Una singular creación de origen tibetano: estos cuencos de metal suenan al pasarles por el borde un vástago de madera. El hipnótico sonido varía de tono según el tamaño del recipiente.
El sugestivo atelier de otro experto en bisutería, durante un descanso de su trabajo.
En el mismo puestecillo encontramos la más sugestiva colección de hierbas de té, con diferentes especias y aromas venidos de allende los mares.
Estas rosas, confeccionadas con pequeñas láminas de madera, han sido rociadas con una fragancia después del proceso de pintado.
Lo viejo y lo nuevo se mezclaban de manera sorprendente en el muestrario de este artesano: toda su bisutería está elaborada con latas de refrescos.
Un mercader, que parece sacado de una comedia de Lope de Vega, nos ofrece un completo surtido de golosinas, ordenadas en cestas de esparto.
Y finalmente, otro oficio inmemorial, que muchas aficionadas comenzaron a practicar por la célebre película “Ghost”. Este simpático alfarero nos ofrece un recuerdo de la feria.