Tras un corto paseo que me llevó a cruzar tres tristes provincias decidí sentarme a descansar en un banco de un parque cercano a mi casa.
No pude evitar percatarme de aquel tipo que me miraba fijamente. Al principio pensé que sería debido a que el paseo me estaba pasando factura con un pequeño calambre muscular que comenzaba en un gemelo y acababa en un tendón cercano a la nuca, y que me obligaba a una postura que me hacía parecer un bailarín ejecutando un brisé de bolé (famoso paso de ballet que no conoces porque te van más estilos como el reguetón). Por mi naturaleza, tan poco dada al escándalo, intenté disimular mi dolor sonriendo. Como no lo conseguía, al final mi expresión era de dolor extremo con sonrisa y llanto aderezado con constantes palabrotas intercaladas con llamamientos desesperados a mi mamá. El espectáculo debió ser muy comentado entre los paseantes porque días después vi un anuncio en el periódico en el que el Arzobispado pedía ayuda para encontrar al gran contorsionista víctima de una posesión demoniaca que actuó en el parque.
Un rato más tarde, cuando ya me encontraba más relajado, saqué mi bocata de panceta dispuesto a zampármelo en dos con cinco segundos pero, cuando iba a darle el primer bocado, me di cuenta de que aquel hombre seguía mirándome. Sintiéndome un poco intimidado, guarde el bocata, no sin antes darle dos bocados girándome un poco para que no me viese. ¿Quién sería aquel extraño que no dejaba de mirarme fijamente? Decidí no dejarme intimidar y comencé a mirarlo fijamente también. Aquello parecía un duelo de "el que pestañee, pierde" y yo decidí que no perdería aquel desafío. Mientras lo observaba, mi mente empezó a divagar. Me hacía preguntas del tipo
¿Me está mirando a mí, verdad? A ver si no me está mirando a mí y estoy aquí haciendo el canelo.
A ver si está muerto y se ha quedado con los ojos abiertos y yo creyendo que está mirándome.
¿Es esta noche cuando ponen el Sálvame?
Igual es un detective o un secuestra niños o es un enviado de Matías Prats para que le cuide el banco que después pintaran de naranja?
En fin que ya llevábamos como cinco horas y allí seguíamos en la misma postura. Digo como cinco horas porque como estaba mirándole fijamente no podía mirar el reloj y por supuesto no iba a ser yo el que perdiese aquella batalla.
Cuando comenzaba a oscurecer, el desconocido se levantó y se acercó a mí.
Llevo un rato observándole,
me dijo.
No me había dado cuenta, le dije yo. Estaba tan absorto mirando al horizonte que no he reparado en usted.
Me llamo Bello Capello y soy representante de Pelluconi Bravo, una conocida firma internacional de modelos publicitarios.
Yo soy Einn y me encuentro en una famosa fila casi internacional por lo larga que es, la del paro. Con su permiso voy a ponerme unos pocos litros de colirio en los ojos a fin de poder cerrarlos. ¿Quiere usted usarlo también?
No, ¿por qué?. Por cierto antes he visto que dispone usted de lo que parecía un sabroso bocata de panceta, a eso no le diría que no?
Bueno, para no extenderme mucho, os diré que me propuso trabajo como modelo mientras se comía el bocata a una velocidad que si lo viese Karl Lagerfeld seguro que se le caían los guantes y el collarín ese con el que siempre aparece en las revistas. Me explicó que iban a hacerme unas pruebas para un anuncio de televisión mixto de bañadores deportivos y bolsos de pÁngala. Cuando me informó de cuál era el salario solo por acudir a las pruebas comencé a temblar de la emoción de una forma tan rápida que no se notaba que estaba temblando. Naturalmente después de agradecérselo durante largo rato, me levanté dignamente del suelo donde estaba postrado y nos despedimos, quedando para el viernes. Cuando Bello ya estaba en la acera de enfrente me asaltó la duda de cómo sería la prueba, así que se lo pregunte gritando. Él se giró y me respondió que debía aparecer depilado y justo cuando le iba a pedir una pequeña aclaración, paso una manifestación de repartidores de kebabs en motonetas y solo pude verle, saludarme girarse y continuar su marcha de nuevo.
Al día siguiente me acerqué hasta un centro de belleza de esos en los que en la fachada y en las cristaleras aparece como treinta veces la palabra depilación. Espere mi turno sentado en una silla del todo a cien, escuchando música chunda chunda que se oía por el hilo musical hasta que salió una chica muy guapa que me llamo por mi nombre y se presentó como Mayte, aunque según dijo prefería que la llamasen Pichona. (;-)
Una vez sobre la camilla, Pichona me comentó tres cosas. La primera era que si me había depilado alguna vez, a lo que le respondí que no, algo que parecía evidente viendo la mata de vello que me recubría casi por entero por aquella época, y por la que una vez llegue a salir en la televisión. Al parecer un gracioso me saco una foto en la playa y se la envió a Iker Jiménez, que la presento como una posible evidencia de la existencia del Yeti o de Teen wolf. La segunda fue que si yo era muy quejica, (no lo dijo con esas palabras pero era lo que quería saber) ya que era nueva depilando y a veces vacilaba, a lo que también le respondí negativamente, haciéndome el machote; y la tercera era que no podía estar en la camilla comiendo uno de esos maravillosos bocadillos de panceta ni siquiera aunque le ofreciese.
Tras unos segundos en los que no pasó nada, note como presionaban una especie de cinta en mi espalda. Lo siguiente que recuerdo fue despertarme cuando apareció la ambulancia. Aunque no recuerdo haber gritado, me comentaron que sí, que lo hice y que fue tan fuerte el chillido que la ambulancia llego sin que nadie la avisara. También me informaron que los sanitarios después de valorar la situación, decidieron llevarse a la chica que se encontraba en estado de shock tras mi grito. Algún tiempo más tarde me enteré de que abandonó la depilación y se puso a vender fichas en una pista de coches de choque tal y como le recomendó el psiquiatra.
Tras esa experiencia, decidí afeitarme todo el cuerpo yo mismo para aparecer en el anuncio tal y como habíamos quedado. Lo hice justo el día de la prueba para que no se viese ni un solo pelo. Cuando llegue a la dirección que me había indicado Bello, me hicieron pasar y vestirme con un bañador a la espera de que comenzara el casting. Para que no pasara frio, me colocaron junto a un pequeño foco de diez mil vatios y comenzaron a maquillarme. Por la combinación de todo, comencé a sudar como nunca y eso hizo que la piel recién afeitada empezase a enrojecer, escocer y picar, (hubo momentos en los que había tres personas rascándome) de manera que si no me hubiese apoyado en el bocadillo que llevaba seguro me hubiese desmayado.
Cuando llego Bello, me miró y me preguntó si estaba enfermo ya que tenía un color encarnado que iba a impedirme salir en el anuncio. Atónito, le recordé que cuando le pregunte en qué consistía la prueba, me dijo que tenía que "aparecer depilado" y que eso es lo que había hecho. Bello contestó que lo que había dicho era "permanecer de pie a mi lado". Así que me pagaron una pequeña cantidad por las molestias y salí del estudio rumbo a comprar un Sonotone, pero el dinero me dio solo para una trompetilla y una loncha de mortadela que curiosamente iban en un kit. La mortadela me la puse en la espalda para calmar la irritación pero me produjo una infección y esa es la causa de por qué tengo un círculo marcado en la espalda?
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