¿Os gustan las pastillas Juanola?. Yo las he consumido toda la vida, en mayor o menor grado, pero toda la vida.
En el colegio. Cuando era niña venían bien para la tos si estabas en el cole, pues era una pastillita pequeña que chupabas y aliviaba la tos. Esto puede parecer absurdo, pero es que yo iba a un cole de monjas muy monjiles y no les hacía ninguna gracia que en aula presidida por un crucifijo hubiera niñas uniformadas y perfectamente alineadas con cosas en la boca. Tan exagerada era la historia que si te pillaban comiendo chicle, no a mi porque no tenía costumbre y además era de lo más formalita que se despachaba por ahí, te castigaban pegándotelo en la nariz. A menudo pensé en comer chicle para que me amonestaran de ese modo y así hacer el payaso. Nunca lo hice, racionalmente pensaba que resultaría ridícula.
Estas pastillitas molaban porque si te consumías muchas se te teñía la lengua en un tono amarillo negruzco, y mis hermanas y yo la estirábamos lo máximo posible jugando
“¿a ver quién la tiene más negra?“.
En el instituto. Durante una época de mi adolescencia me llamaban, en plan simpático, “Conde Draco”, ¿recordais el vampiro de Barrio Sésamo que siempre estaba contando unidades de cosas: murciélagos, galletas, ataudes, rayos …?, pues como yo tenía la fijación de contarlo todo, y varias veces, me gané ese apelativo. En las antiguas cajas de Juanolas se leía una inscripción:
“70 pastillas aprox.”,
yo las contaba para verificar la cifra. Sus promesas eran ciertas.
Un compañero mío, Santiago, aceptaba mis retos:
“¿a que no te comes la caja entera de una vez chupándolas todas?, no vale tragarlas”.
Más tarde descubrí que el regaliz sube la tensión y podía haberle ocasionado un acciente cardíaco, ufffff, qué susto. Con esta técnica acumulé cajitas de todos los colores, hoy día sólo las hacen rojitas, además las anteriores tenían un matiz anisado que las hacía más suaves, ¡que vuelvan!. Otra cosa que me entristece es que en el cartón se leía: laboratorios Juanola, Barcelona; sin embargo hoy día ni españolas son, bueno, tampoco chinas, es un consuelo.
Ya en la facultad, con algo más de poder adquisitivo, me las compraba en formato comunitario: la de 350 pastillitas. Las pasábamos por toda mi fila y la de detrás, mientras tomábamos apuntes compulsivamente en la era de las clases pseudomagistrales.
Ciertamente las consumía en cantidades importantes, hasta un día concreto en el que mi madre me dijo,
“hija, no entiendo comotú tomas tantas juanolas, ¿no sabes que amarillean los dientes?”
Si hubiera tratado de convencerme de otro modo hubiera sido del todo eficaz. Esto no sé si es cierto, para mi que es leyenda urbana, pero a mi me desenganchó, ay las madres cuánto saben ?
Hoy día mi ingesta de ” pastillas Juanola, aclaran la voz, refrescan la boca“, es anecdótico. Nunca me faltan en casa para aliviar las toses a media noche. Y es que el Sr. Pángala tiene una manía…, no soporta el ruido de los caramelos halls chocando contra mis dientes en el silencio de la noche, le saca de sus little houses argumentando que con mi repetitiva succión dejo el caramelo en el núcleo en tan solo 15 segundos. Vale, me duran poco, pero así se acaba antes el traqueteo, ¿no?.
Todo esto para contaros que me encontré este expositor casita de pastillas Juanola por ser una ciudadana responsable, fue mi regalo, y me explico. Resulta que soy una recicladora constante y acudo periódica y religiosamente al contenedor amarillo, al verde y al azul. Pues bien, el otro día en una de mis intervenciones recicladoras encontré esta casita al lado del amarillo, depositada con todo el cuidado y cariño del mundo, con unos trocitos de plástico rotos delicadamente depositados en una de sus baldas.
Ahora sólo me falta el tiempo y la inspiración. Pensé en limpiarlo, indiscutible, y tunearlo para jardinera de mini cactus, o tal vez como casa de acogida para proyectos sin terminar. El único inconveniente es que no quiero acumular trastos inútiles, así que como no se me ocurra una buena idea…
¿Me sugieres alguna idea?, ¿sueles tener estas pastillitas en casa?, ¿crees que lo del amarilleamiento dental es una leyenda urbana?
La entrada En proceso: tuneando una casita de Juanolas y mi experiencia vital con estas pastillitas aparece primero en .