Y como aquí estoy para contarte cómo hago estos trabajos, y no para grandes explicaciones científicas, voy a ello, jeje...
Sobre una tabla teñida previamente con un tinte al agua, y pintada de un color más claro la zona de la imagen, hice una transferencia a partir de una impresa en láser y a la inversa. Para ello, di una capa del producto específico sobre la madera y sobre el papel. Con ayuda de un vieja tarjeta de plástico, quité posibles burbujas y extendí todo el producto.
Tras dejar secar (yo dejo toda una noche, por si acaso...), viene la tarea de ir quitando la celulosa con agua y frotando con la yema del dedo. Así, varias veces... hasta que ya parece que no puede salir más celulosa.
Una capa de barniz restaura los colores y desaparecen esas zonas blanquecinas de la transferencia recién hecha.
Con una esponja untada en pintura marrón y algo descargada, fui dando toques por el borde para que no quedaran los límites de la imagen tan rectos. Además, para que quedara resaltado, también di toques oscuros a la zona donde iba a colocar el pequeño letrero de la base.
Y sobre un palo de madera, también teñido y barnizado, imité la firma que aparecía en el retrato: K. Landsteiner 1931. No me quedó mal... por aquí ya me dijeron que iban a esconder sus firmas, no fuera a imitarlas también, jeje...
El final de todo el trabajo fue dar un par de capas de barniz mate a todo y pintar el borde en un color crema. Así, listo el regalo personalizado. Entre la imagen en sepia, la pintura marrón, el tinte... creo que el aspecto envejecido lo tiene con creces. A veces me parecía ver un retrato de "Los otros"... no se...
Gustó mucho. Espero que lo disfrute en su consulta, despacho...
Gracias por pasarte por aquí en estos tiempos en los que las redes sociales nos absorben... hasta la sangre...