Lo primero era cortar las bases de las botellas. Y aunque ya se que la red está llena de vídeos sobre cómo cortar el cristal de forma casera, de esta tarea se encargó mi hermano con una máquina para ello. Ya cortadas, di imprimación sólo por la zona que llevaría el adorno.
Sobre ellas, pintura a la tiza en un tono más "blanco roto", y los dos motivos elegidos: una rosa blanca y una bicicleta algo "vintage". Estos trozos de servilleta los coloqué con cola para decoupage: cola en la botella, poner la servilleta (a la que le habremos quitado las dos capas blancas), y nueva capa de cola para decoupage.
Para el aspecto craquelado utilicé craquelador de dos pasos: seguir las instrucciones y tiempos de espera entre el paso 1 y el 2. El resultado es que, siendo transparente, se agrieta el segundo y nos permite seguir trabajando sobre él.
Con unos pigmentos en polvo y agua, pasé con pincel por toda la zona craquelada y quité el exceso con una trapito húmedo. Así quedaría más pigmento dentro de las grietas. Aunque todo ello tomó un color verdoso.
Para finalizar: un par de capas de barniz cerámico y una cuerdita en el cuello de las botellas. ¡Me encanta cómo se ve en la oscuridad! En la foto lleva dentro una vela de té, pero en este caso no lo recomiendo, pues al cabo de muy poco tiempo el cuello de la botella se había calentado bastante. Así que la idea será colocar un casquillo con alguna lámpara LED o introducir una guirnalda de LED´s, que, supongo, no calentarán tanto.
Y aquí lucen ya de día las dos botellas, listas para viajar a su destino, lejos, muy lejos de aquí...
Así que viajo con ellas al Finde frugal de Marcela, y a Little Kimono de Jen.
Fuente: este post proviene de H3M MANUALIDADES, donde puedes consultar el contenido original.
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