Entre puntada y puntada
I
Como cualquier tarde de verano, en cualquier casa taller de los que salpican la ciudad, la patrona abría la puerta a la joven costurera que se ganaba el pan puntada a puntada. Aunque otras veces, una Sigma, empotrada en mueble de madera, producía el rítmico sonido que tapaba las voces de los actores y actrices que pocos veían y muchas oían. Pero aquella bochornosa tarde, la radio permanecía muda. Ya sentadas las dos mujeres, y con la labor entre las manos, se dispusieron a pegar la hebra, observadas por un par de moscas que no encontraban nada más cálido donde posarse que sus cuerpos.
?Vaya calor. Hoy se nos quedan pegadas las agujas, seguro ?se quejó la joven.
?Más quisieras tú fueran alfileres. Aunque ya pasó el trece del mes pasado(1). ¿Por qué no pones ya la radio? ?dijo la patrona según se sentaba.
La radio de mis padres, MC. Foto JC
?Ahora. Antes tengo que contarle un chisme.
?Pues cuenta, hija.
?Pero tiene que quedar entre nosotras, doña Consuelo.
?Entre nosotras quedará, Reme ?sentenció con interés la viuda cuarentona.
?¿Sabe quién es la Gertru?
?¿Y quien no?
?Pues está preñá.
?¿Qué me dices?
?Lo que oye.
?Del señorito, claro.
?Eso pensamos todas.
?¿Todas? ¿Pero no era un secreto?
?A voces.
?Entonces?
?Mire, doña Consuelo, no quiero que anden por ahí diciendo que la Reme levanta falsos matrimonios.
?Testimonios, Remedios, testimonios ?corrigió la ex sargenta.
?¿Y qué más da?
?Pues que creo yo que el dicho señorito no piense mucho en matrimonio con la Gertru. Ni en falso ni en verdadero.
?Yo sé lo que me digo.
?¿Es que se la nota ya?
?No, pero dicen que el Anselmo no quiere ni verla.
?¡Pobre muchacho!
?Sí, otro que tal baila. Si yo le contara?
?Hija, tienes razón. ¿Contigo, quién necesita radio? Pero ponla que ya son casi la media y empieza la novela.
?¿No esperamos a mi madre?
?No, Reme, la radio es como el arroz, no espera a nadie.
?Pues, ea, la pongo. Luego se lo contamos? ¿No encendemos la luz? Está nublao.
?No, hija, descorre los visillos, es más barato. Algo bueno tiene que tener el verano.
?Es que no veo muy bien.
?Pues arrímate a la ventana, que es mejor que arrimarse a un señoritingo. Será fresca la Gertru?
La madre de la Reme llegó, la radio se oyó, la labor se adelantó y la luz se hubo de encender, bien es verdad que doña Consuelo lo hizo a regañadientes. Y con
1940. Mi madre, JC
todo ello llegado también llegó la hora de irse a cenar. Y después a descansar. Y unos lo hicieron mejor que otros, porque aquellos que se apiñaban en un dormitorio abuhardillado de un último piso, descansaban poco. En verano porque el techo de cañas y cal trabajaba de acumulador nocturno de calor. Y en invierno porque el tragaluz de marcos de hierro no encajaba y el frío se colaba por el mismo sitio que el agua de lluvia. Aunque quienes peor lo tenían eran todas aquellas Gertrudis, aldeanas que habían desembarcado en puertos urbanos, fondeaderos particulares con señorito suelto y consentido.
[¿Continuará?]
(1) http://es.wikipedia.org/wiki/Verbena_de_San_Antonio_de_la_Florida