Una de las piezas más interesantes que hemos intervenido en el taller, en lo que a antigüedad se refiere, ha sido esta preciosa pieza de cerámica.
Este alabastrón está decorado con frisos de animales en movimiento, similar al estilo decorativo importado de Oriente un siglo antes. Su forma y decoración están inspirados en cerámicas de Corinto, que llegaron a Etruria durante el período Arcaico. Con su cuerpo dividido en cuatro franjas separadas por líneas rojas, este alabastrón presenta una variedad de animales sobre un fondo amarillo repleto de puntos negros, hojas y rosetas. Los animales, panteras, ocas, cisnes, están pintados con engobe negro y rojo; sus detalles están representados con color y líneas incisas. Aunque ligeramente dañado, el diseño es bastante visible
La cerámica etrusca con influencia corintia se llama Etrusca-Corintia o Ítalo-Corintia, a veces es difícil reconocer un original corintio de su copia etrusca. Con la diferencia que la arcilla corintia es más tostada y la etrusca más verdosa
La cerámica corintia cómo fuente de inspiración
Este alabastrón de terracota pintado es una creación etrusca probablemente del siglo VI a. C. Con su cuerpo en forma de pera, boca plana y mango corto, probablemente fue diseñado para contener ungüentos o aceites perfumados. Su forma imita la cerámica corintia. Durante el siglo VII a. C., los talleres de Corinto fabricaban jarrones para banquetes y pequeños jarrones de perfume, que circularon en gran número por Etruria hasta el período Arcaico. La decoración se realizó mediante la técnica de la figura negra, originaria de Corinto, con detalles adicionales mediante pintura roja e incisiones.
Los períodos orientalizante y arcaico fueron una época de prosperidad económica para los etruscos, creando un contexto particularmente favorable para los intercambios comerciales con Grecia y el Cercano Oriente. En particular, importaron jarrones de Corinto, Rodas, Laconia, Atenas y Jonia. Los artesanos etruscos también hicieron imitaciones lo que se conoce como alfarería etrusco-corintia, en las que combinaron repertorios decorativos y técnicos importados con el estilo local.
Estado de conservación
En relativo buen estado, la pieza estaba rota en 11 fragmentos de distintos tamaños. Se había restaurado por el cliente previamente, y aunque se hizo con cuidado, no había realizado un encaje perfecto. Así que hubo que despegar y volver a adherir los fragmentos. Por suerte la intervención anterior no supuso ningún riesgo para la pieza, ya que muchas veces el adhesivo aplicado de manera errónea puede manchar las piezas de terracota fácilmente.El pigmento utilizado para la decoración estaba parcialmente desgastado, pero todavía estaba en buen estado.
Criterios de intervención
El propietario quería que la intervención siguiera criterios arqueológicos. Debido a la edad del objeto, aconsejamos una intervención mínima, volver a unir los fragmentos para que el objeto fuese estructuralmente sólido y lograr una apariencia unificada. Además, debido al buen estado de conservación de los fragmentos y la intervención anterior poco invasiva, no haría falta nada más.Proceso de restauración
El objeto estaba en buen estado y, por su naturaleza e interés arqueológico, la limpieza mecánica con un cepillo suave fue suficiente. Es mejor evitar la limpieza con disolventes en un objeto como este, ya que los disolventes pueden absorberse rápidamente en la cerámica porosa.Se eliminó todo rastro del anterior adhesivo con acetona y palo de naranjo, de manera que no interfiriera en la nueva adhesión.
Antes de la adhesión definitiva se hizo un plan de adhesión para evitar zonas de bloqueo. Esta es una situación en la que las piezas no se han ensamblado en el orden correcto con el resultado de que uno o más fragmentos no encajarían. Es un poco como hacer un rompecabezas, pero hay mucho más en juego.
Y aquí tenemos el resultado final, una intervención mínima que ha mantenido la originalidad de la cerámica y le ha devuelto su aspecto.
Karolina Kamiñska
Cristiane Fernandez de Moraes