Lo bueno de hacer una obra desde cero es que puedes hacer volar tu imaginación todo lo que tu presupuesto te permita. Lo malo es que tienes que decidir hasta dónde colocar los enchufes o la dirección de las baldosas del suelo (y yo qué sé!!). En cualquier caso, la obra sigue su curso, leeeento, porque llevamos con ella desde la vuelta del verano, pero sigue.
Y en mi cabeza me está pasando algo similar. Estaba diáfana y tengo que reformarla, alicatar y amueblar desde cero. No es que estuviera vacía, pero lo que había en ella ya no me sirve para esta nueva vida que llevo, tengo que cambiarlo de sitio, redistribuir igual que estoy haciendo con las habitaciones de mi casa. Cambian las necesidades, cambian las soluciones. Estoy transformando el ritmo, el horario, el contenido, las formas de hacer y decir... hasta me comporto diferente! No os digo más que hasta me he cortado flequillo, indomable por cierto, pero por primera vez, no me arrepiento de haberlo hecho. No es fácil tener que construir desde cero todo esto, en una edad en la que lo habitual es tenerlo amueblado y viviendo así desde hace algunos años.
Sin embargo, todos estos cambios me están gustando, me siento como una adolescente que busca su identidad, pero sin la angustia de no saber quién eres. Cada paso que doy, me acerco más a la clase de persona que soñé ser hace mucho tiempo: buena gente, libre, segura de mí misma y con mis objetivos muy claros. Mola tanto la sensación de saber que estás tomando tus propias decisiones!! Elegir de forma consciente tu camino, creo que es una de las cosas más placenteras que he hecho últimamente.
Y sí, por si alguien se lo está preguntando, una obra de esta magnitud es estresante y caótico. Parece que no va a terminar nunca y echas de menos un espacio tranquilo y limpio, como antes de que todo empezara. A veces piensas que podrías haber vivido perfectamente sin pasar por este tinglado, así es. Pero entonces, te viene a la mente la razón por la que decidiste meterte en esta obra y sabes que no habrías vivido igual. Sabes que cuando todo termine, estará precioso y todo el esfuerzo habrá merecido la pena.
Y con la buhardilla ocurrirá lo mismo ;)
No os parece?
Feliz finde!!!
Fotos: Sara González Carrasco