Cuando nació mi primer hijo, mi vida pasó de cero a cien, había cogido la velocidad máxima y parecía que nunca iba a parar. Quizá por eso, cuando paré en seco, sentí la necesidad de todo lo contrario, de vivir despacio, centrarme en el presente y pensar. Esto último me llevó a esos tiempos de juventud en los que tenía conciencia de la realidad que me rodeaba y me involucraba. El medio ambiente, la solidaridad, la convivencia, el respeto... Algunas de estas cuestiones no tienen cabida en el mundo actual. Cuando corres no puedes pensar en el que tienes al lado, no puedes distraerte ni un milímetro de tu meta, esa que nunca alcanzas.
Vivir de una forma más sostenible y respetuosa con mi entorno, es uno de mis objetivos (otro más Jajajaa). En realidad, el tiempo del que dispongo es el mismo que antes, días de 24 horas y semanas de 7 días. Las mañanas las dedico a trabajar en el blog y el proyecto y paso las tardes con mi familia. Pero he cambiado la perspectiva, un nuevo ángulo de visión que me permite hablar con el pescadero, dejando atrás las neveras de congelados, hacer jabón casero, mirar las etiquetas de la ropa que compro, o incluso disfrutar cocinando!
Esto es lo que tengo en la cabeza, actuar, dejar de lamentarme por los desastres naturales y poner mi granito de arena, sentarme a hablar con mi vecina de menudencias cotidianas sin importarme lo que me queda por hacer en casa, llevar una vida más saludable, como os vengo contando a través de la sección Mi hábito saludable, y sentirme bien. Esto es lo que yo llamo "la buena vida".
Y de todo esto habrá un poquito en el proyecto, de la buena vida que muchas mujeres queremos tener y vemos con recelo en las redes sociales, sin creernos del todo que pueda ser real. Te parece interesante?
Y tú? Qué tienes en la cabeza?
Feliz fin de semana!!
Fotos: Sara González Carrasco