Pero que cosa más requeteguapa me ha enviado esta artista (en mayúsculas). Acertado el color, la talla, la lana, los detalles que acompañan… ¡Un millón de gracias! Además ya me había ido tentando con varios regalitos de patrones de forma online y anonimamente.
Una caja ideal y muy fashion, a la que ya he empezado a dar uso (para todos los restos de lana en calcetines futuros). Si el dibujito del puente de Londres me había encantado, imaginad mi cara cuando descubrí lo que había dentro.
No daba crédito. Me puse tan nerviosa, que ni foto hice. Además salía al médico así que fue un visto y no visto. Lo que en principio creí era un retal de tela de lo más primaveral, se transformó en una bolsita para llevar mi siguiente proyecto calcetinero. ¡Oh, que ilusión más grande!
A la vuelta, y con más calma, me puse a ver en detalle, el contenido de la caja. Flipaba en colores y no exagero. Además apareció una libreta de tamaño ideal para llevar en el bolso con su compañero, el bolígrafo. Me viene de perlas porque la anterior ya estaba para jubilar, y aunque no he tenido ocasión de estrenar esta nueva, no pasa de esta semana. Un ovillo de lana color bronceado, (rebautizado así por si hay suerte y dejo atrás este verano el blanco nuclear que me caracteriza). Me comprometo a darle un uso extraordinario y eso significa que ya estoy pensando en calados y cenefas para una estola (que no tengo ninguna y 1000m. de lana tipo “lace” son muchos metros). La aguja es ahora de las más largas que tengo, y me va a venir genial para otra idea que he tenido. El marcalibros para una de mis novelas del agente Pendergast que tengo en la mesilla de noche (adiós ticket de mercadona). Y los calcetines ¡los verdaderos protagonistas!
En plan pasarela (de lo más cursi), me he auto fotografiado (y he constatado que sigo necesitando las clases de yoga como el comer, el beber, y el… bueno sois gente imaginativa, así que acabad la frase vosotr@s mism@s). Mira, mira, que risa madre, que si para arriba, que si para abajo. Que si se vea la trenza, el detalle del talón, la parte de atrás, que si me siento, que si me levanto, que si me pongo de puntillas. ¡Que ya no me los quito!
En resumen, ideales de la muerte, perfectos para mi talla, color más que acertado, diseño precioso, calentitos y abrigados. ¡No me los acabo!
Aprovecho para dar las gracias a Pilar por organizarlo, a mi compañera, por el trabajo, esmero y cuidado puesto, y al resto de componentes del intercambio por hacerlo tan ameno y divertido. Una experiencia muy positiva y una cita obligada para el año próximo.
Y este es el lote enviado. Tarde y a destiempo por culpa de las cervicales y el vértigo. Además correos se confabuló con ellos y claro, al menos aquí, han tenido cerrado 4 días seguidos. Cuando vi la oficina a oscuras y sin personal, pensé de todo, una vez superado el disgusto, pues oye, igual el puente también se lo merecían.
Os diré (por enésima vez) que es de lo más básico que he tejido. Primero, no tenían otra cosa en la tienda que compro la lana, me está bien empleado por borrica, porque dos meses atrás las estanterías estaban llenas, pero mis neuronas no estaban por la labor. Segundo, no son iguales, y aunque a mí no me hubiera importado recibirlos, no me hace mucha gracia regalarlos así (manías tontas que una tiene). Tercero, estuve sopesando la idea de escribir un correo a la empresa de lanas preguntando por el secreto de conseguir dos calcetines exactamente iguales y con el dibujo rayado en su sitio. Al final, me he consolado pensando que debe ser un truco del photoshop o una virtud tejeril que a mí se me ha negado, (cosas de la vida). Cuarto, las chucherías a enviar. Reconozco haber estado cotilleando anteriores intercambios. Pero al final hice caso de mi intuición y fui adjuntando cosas que fueran útiles para la compañera que iba a recibirlos. Al principio tuve un momento de pánico, pero tras tejer la muestra, todo salió bastante bien.
Editado (10/4/2015).
Ya le llegaron, ¡así que ya puedo publicar esta entrada! :)