Para hacerlos parto de los típicos huevos de porex o polispan que se pueden encontrar en cualquier bazar, también trozos de papel de cocina y cola blanca rebajada con agua. Para poder manejar mejor los huevos los clavaremos en palos de brocheta.
Comenzamos mojando los trozos de papel con la cola rebajada en agua y los ponemos sobre los huevos de manera que queden arrugados.
Hacemos así con los dos huevos, y los dejamos secar.
Cuándo están secos los pinto con la pintura que quiero que sea el fondo. En este caso no es una pintura a la tiza, sino una pintura azul metalizada muy chula que me compré estas Navidades y todavía no había tenido oportunidad de estrenar...
Con un pincel, pintamos toda la superficie del huevo, teniéndo cuidado de no dejar blanco en los recovecos. Y aunque me encanta este color azul luego le vamos a dar un poco de color dándo otro toque de brillo utilizando pintura dorada y dándosela a pincel seco.
De este modo el dorado se quedará sobre todo en la superficie de las arrugas dándo un toque de color y brillo añadido a nuestros huevos. Debo decir que primero probé con plateado pero como la pintura azul tenía un toque plateado apenas se veía.
Luego sólo queda dar una mano de barniz, que puede ser con pincel o en spray. Y buscar una peana para que se sostengan. Eso lo estuve pensando un buen rato, pero luego me dí cuenta de que lo tenía delante. Un par de cápsulas de café con la parte de arríba aplastada sería ideal para ponerlos.
Y con estos huevos participo en el CRAFTLANDIA Challenge, que organizan Anuskalandia y Craftartista, y en el que esta edición se participa con algo azul y/o rosa. No os lo perdais!!