Está hecho a partir de conchas recolectadas en la playa, de las que ya han perdido su forma original, desgastadas, perfiladas y aplanadas por la constante erosión de las mareas. Un lujo!!
Las disponemos como un puzzle sobre un trozo de fieltro, combinando formas y colores hasta conseguir la forma deseada y dejando un pequeño espacio entre ellas para el remate. Después las pegamos con la pistola de silicona u otro pegamento fuerte con cuidado de mantener la distribución.
Vamos rematando todos los bordes y las juntas entre las conchas con un reborde de abalorios. En mi caso escogí un color gris-plateado, fijándolos bien con hilo y aguja.
Una vez completado el proceso recortamos el fieltro siguiendo todo el contorno.
Cortamos una segunda pieza de fieltro exactamente igual para pegar por detrás, de modo que las costuras del revés queden escondidas y la pieza adquiera mayor consistencia. Antes de pegar esta pieza fijamos también los extremos de la cadena o cordón que hayamos escogido para que queden a su vez escondidos e incluimos un cierre.
Finalmente terminamos con dos capas de barniz para conseguir un aspecto más cuidado.
El procedimiento para hacer los pendientes es el mismo pero limitado a una solo pedacito de concha por pieza. Escogemos dos trozos de concha similares, aunque no tienen por qué serlo, no olvidemos que son piezas que nos ofrece la naturaleza y eso es las hace únicas e importantes.
Los pegamos al fieltro, cosemos los abalorios alrededor, cortamos y pegamos otra pieza igual. Después lo sellamos con silicona a una base para pendientes que conseguimos fácilmente junto con otros surtidos de abalorios en tiendas de productos para bisutería.
Finalmente barnizamos y listo (la propia cola blanca vinílica=latex diluida con agua sirve como barniz y añade consistencia).