Todavía con las buenas sensaciones del viaje a Londres (y con el cansancio acumulado también, lo qué hemos caminado...), hoy os hablo de un sitio algo alejado de las rutas turísticas que me recomendaron (muy bien recomendado) y que realmente vale la pena si os apetece pasar una mañana de domingo tranquila si estáis de visita en la ciudad.
Desde pequeña me ha encantado Inglaterra, era el país al que más ganas tenía de viajar y al contrario que otros, uno de los que no me ha defraudado. Cada vez que voy, tengo ganas de quedarme :-). Ya sé que el clima es un horror, pero me encanta el ambiente inglés, la famosa amabilidad británica, el encanto de lo cotidiano, su capacidad para que todo parezca bonito aunque esté gastado (son los reyes del shabby chic sin duda alguna).
Cuando planeé el viaje, lo hice pensando más en mis hijas que era la primera vez que iban, pero entonces empecé a pasear por el blog de Cova (Molondo) y a anotar cosas y cosas y más cosas que "no nos podíamos perder" y empecé a estresarme claro. Así que busqué un equilibrio más realista entre los planes imprescindibles para niños y un par de visitas más mías que además resultaron perfectas para todos.
De este mercado ya habla Cova en su blog, (no se os ocurra viajar a Londres sin antes darle un repaso a sus posts!!) pero me pareció tan bonito, que no podía resistirme a hacer incluirlo en So Sunny, para que vayáis anotando para futuras visitas. Yo no sé si algún día acabaré viviendo en Londres, pero si lo hago, tengo claro clarísimo que muchos domingos por la mañana vendremos aquí a desayunar y comprar flores :-).
El mercado de flores se sitúa a lo largo de la calle Columbia, donde las tiendas parece que estén compitiendo por ser cada una más bonita y con más encanto que la anterior. Aquí encontré por casualidad la tienda de un diseñador que me encanta, Rob Ryan, sabía que trabajaba en Londres, pero fue una sorpresa toparme con su "oficina" justo aquí, si no lo conocéis os lo recomiendo, sus diseños de papel recortado de una sola pieza son espectaculares.
Y en las calles adyacentes encontraréis puestos de ropa y objetos de segunda mano, cafés pequeños y muy agradables donde hacer una parada (muchos improvisados en los propios patios de los vecinos), músicos callejeros (pero que podrían estar tocando en cualquier teatro), tiendas de caramelos que parecen sacadas de una película...
Y con sitios así, ¿a quién le iba a apetecer coger el avión de vuelta?? :-)