Es fácil y muy entretenido, además de que luego puedes decorar mil manualidades con ellos. El proceso es: comprar una plancha de linóleo (que es un material parecido a una goma de borrar con forma de hoja) y una gubias para carvar los sellos. Se coge un patrón, dibujo o cenefa que te guste y se plasma en la plancha de linóleo con un lápiz. Con la ayuda de las gubias, se va carvando los espacio que no van a salir, es decir, la forma la va marcando lo que carves, es el relleno lo que luego sale estampado. Aquí un ejemplo de un sello.
Con este mismo, preparé un cuadro simple para regalarle a mis padres por Reyes. Al haber pintado una pared del salón en rojo, decidí reciclar unos marcos que tenía y hacerles uno acorde con ese color.
Para ello cogí una cartulina roja, que se parecía muchísimo al rojo de la pared.
Como no quería dibujar nada rocambolesco, fue aquí cuando entró en acción el sello hecho antes. Lo entinté de color negro y fui estampándolo de forma homogénea.
Sencillo pero bonito, para mi gusto claro. Y aquí el resultado:
Ya he carvado más sellos de muchas formas diferentes, por lo que los emplearé en muchas de mis siguientes creaciones. :D