Las cámaras digitales han sustituido el carrete por un sensor. Esta sofisticada lámina se va cargando de electricidad estática, y atrae como un agujero negro las motas de polvo que se cuelan por las rendijas del chasis. Por ello, el sensor debe limpiarse con cierta frecuencia. Y, también por ese motivo, algunos accesorios fotográficos corrientes han tenido que modificarse con la tecnología digital.
Un ejemplo es el práctico 'beanbag', la bolsita de habichuelas que en muchos casos aventaja al trípode. Hoy tiene una pega: el polvillo de los granos pone rumbo directo al sensor, y el relleno apropiado es motivo de sesudos debates entre los aficionados 'frikis'. En Facilisimo.com hemos probado diversos materiales, hasta encontrar uno perfectamente idóneo, sumamente barato, y por añadidura ligerísimo.
Coseremos tres lados, y la mitad del último. A continuación volvemos la bolsa como un guante, y de esa forma quedan las costuras ocultas.
Doblamos la tela, y con la herramienta de corte sacamos a la vez cómodamente las dos piezas, que de esa forma serán idénticas.
La tarea comienza escogiendo una tela resistente, ya que el ‘beanbag’ se colocará en todo tipo de superficies: piedra, troncos de árbol¿ Marcamos con el jaboncillo, ayudándonos con la plancha de corte para los ángulos rectos.
Ponemos las telas juntas y las montamos con la máquina de coser.
Hacemos la prueba definitiva, metiendo los trozos en la bolsa para verificar la amortiguación de nuestro invento. El resultado es excelente.
La tarea es limpia, sencilla, y podemos realizarla con los utensilios normales de la casa. Cogemos las tijeras de cocina para cortar las rodajas del flotador en trozos del tamaño de las patatas fritas.
Nuestro material cumple otro requisito: el relleno del ‘beanbag’ debe permitir que la cámara se amolde pero sin hundirse. Por eso no sirven materiales como el algodón. Haciendo fuerte presión, comprobamos que el flotador es flexible pero no se deforma ilimitadamente.
Y pasamos a descubrir el arma secreta que nos servirá como relleno. ¡Un flotador infantil, de los llamados spagetti! Es barato, es ligerísimo, y puedes encontrarlo en cualquier sitio.
Y nueva ventaja: el flotador se corta fácilmente ¡con el cuchillo del pan! Observemos que el corte es sumamente limpio y no desprende migas, antesala del temido polvillo.
La silueta ha quedado impresa en la tela. La dibujamos con el mismo bolígrafo, y ya podemos pintarla en el color que nos guste, siempre con una pintura para tejidos de la mejor calidad.
En pocas horas estará seco el dibujo. Recordemos poner dentro de la bolsa un folio doblado, para que el color no manche la otra parte de la bolsa.
Metemos el relleno definitivamente, y cerramos la costura. Como detalle de interés para los aficionados a la fotografía de naturaleza, diremos que nuestro beanbag pesa menos de 20 gramos. El peso del equipo es un factor que se hace notar mucho en largas caminatas.
Para rematar la tarea vamos a personalizar nuestro ‘beanbag’. Le pondremos la F de Facilisimo.com, y la misma técnica os servirá para cualquier dibujo que os guste. Sacamos por pantalla el motivo, y marcamos el contorno sobre la tela repasándolo con un bolígrafo.
Por fin tenemos nuestro ‘beanbag’ prestando excelentes servicios. Gracias a este accesorio podremos hacer fotografías con plena nitidez bajo cualquier condición de luz. Y en total los materiales nos han costado alrededor de 50 céntimos.