Preparé un dibujo a mano para que las niñas decorasen como quisiesen y les dije que se lo haría igual en amigurumi (o al menos lo más parecido posible).
En las fotos podéis ver el dibujo pintado y su réplica:
El conejo marrón, aunque en la foto aparece con la cara sin pintar, originalmente quería ser de este color. El problema fue que la dueña cogió un marrón y al pintar las orejas se dio cuenta de que ese no era como ella quería. Al final no encontró el tono de marrón que quería y decidió dejarle la cabeza sin pintar. Con el otro conejo pasó algo similar: primero lo pintó de amarillo clarito y luego decidió que mejor lo quería blanco.
Por supuesto, los cascarones se pueden quitar y queda sólo el conejito. Las niñas quedaron encantadas con sus pequeños bichos. La más pequeña, que es majísima me dice que le da un beso todas las noches antes de irse a dormir.
Estaréis pensando que a qué viene que enseñe estas cosas un mes después de Pascua. La verdad es que estuvimos bastante agobiados por aquí buscando piso y desesperándonos. Ahora que ya tenemos, espero volver a la normalidad (aunque todavía falta hacer la mudanza, pero para eso aún falta un poco...)