En patchwork hay varios molinos diferentes pero hoy te voy a explicar el más sencillo para que te vayas habituando, sobre todo a las uniones y las costuras. Además te contaré por qué es tan importante tener una plancha muy cerca cuando estamos cosiendo. ¿Empezamos?
¿Recuerdas cómo hacíamos los cuadrados formados por triángulos? Pues ya sabes, coloca dos cuadrados, uno de cada color, derecho con derecho y corta la diagonal. Obtendrás ocho triángulos que tendrás que coser por el lado más largo. Plánchalos hacia el lado más oscuro de la tela (yo lo he hecho hacia el blanco porque la tela es más tupida).
Ahora solo tienes que jugar con ellos, fíjate la cantidad de dibujos que puedes hacer con unos cuadrados tan sencillos como estos.
Estos molinos que hemos hecho hoy los voy a incluir en mi quilt de Mi historia en patchwork, por dos motivos fundamentales. El primero es que con sus aspas me recuerdan a Fuerteventura, la isla en la que vivo y donde me siento muy feliz, porque me ha dado tranquilidad y unos amigos únicos. Aquí los molinos son parte del paisaje y gracias a ellos recordamos que muchas familias pudieron alimentarse en los años de sequía. El segundo motivo es porque me recuerdan a mi sobrina Patricia y mi hermano Tono. Ellos viven en Ciudad Real (Castilla La Mancha), tierra de los molinos y de las grandes aventuras de Don Quijote de La Mancha. Aún recuerdo la sorpresa que me produjo ver una colina sobre la que había infinidad de molinos agrupados. Parecían gigantes alzando sus brazos.
Así que además de la cámara de fotos y mi jardín azul, otro trocito de mis recuerdos estará en ese maravilloso quilt que poco a poco va creciendo. Un pedacito de mí y de mis sentimientos hecho en patchwork.
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Y ya sin más… ¡Feliz fin de semana!
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