Sinceramente, no soy persona de arcilla. A ver, me encanta la arcilla, me parece preciosa, pero no la sé tratar y no la sé usar bien. Por eso cuando estalló el boom este de la arcilla polimérica, lo miré desde una respetuosa distancia, consciente totalmente de que eso no era para mí.
Pero la cabra tira al monte, que dicen, así que en mi compulsión crafty compré esas pequeñas pastillas que parecen chocolatinas para probar. Y confirmé mis sospechas: soy totalmente inútil.
Eso no me ha impedido hacer campanas este año, porque, a quién quiero engañar, no acepto que las cosas no sean para mí, sino que me arrastro y pataleo y pruebo una y mil veces hasta que finalmente admito que no, no es para mí, eso sí, con conocimiento de causa.
La arcilla polimérica tiene un montón de colores bonitos. Para las campanas fui un poco sosa, ya lo sé, pero las fiestas traen tanto color en sí mismas que me apetecía algo neutro que pudiese combinar con el espumillón y con las bolas de colores diversos que hemos ido acumulando con los años.
De cada pastilla de arcilla polimérica me salieron cuatro campanitas: una por cada barrita.
¿Cómo se hacen? Pues venga, vamos a ello.
Necesitas:
Arcilla polimérica, cuerda o hilo, cascabeles o cuentas de madera, herramientas para arcilla o un palillo chino y un palillo pequeño para hacer el agujero.
Haz una bolita con la cantidad de arcilla que quieras usar. Ya te digo que yo usé una barrita para cada una, pero va a gusto del consumidor. Trabájala con ganas, porque lo malo que tiene este tipo de arcilla es que es bastante dura.
Cuando tengas la bolita bien formada, sin ninguna grieta en la superficie (¡Esto es importante! Si tienes grietas aplasta la bola encima de la grieta y vuelve a formarla.) coge tus herramientas para la arcilla o el extremo más fino de un palillo chino e introdúcelo en la bola. Mueve suavemente el palillo con movimientos circulares o cónicos, para ir ensanchando la campana.
Cuando tenga forma de tubo abierto a un lado, ya puedes dejar las herramientas y empezar a darle forma con la mano, es mucho mejor y más fácil, y el aspecto final es mucho más bonito.
Recuerda que lo chulo es que sean campanas irregulares, porque eso es lo que las diferencia de las producidas en masa: que les has dado forma tú, con las manos, a cada una de ellas. O a lo mejor esto es solo la excusa que uso para justificar que no haya dos campanas iguales en mi arsenal...
Hazle un agujerito con un palillo en la parte superior.
Sigue las instrucciones del fabricante de la arcilla para hornearlas, pero en general la arcilla suele hornearse a baja temperatura (130 grados) entre 15 y 30 minutos.
Cuando ya estén frías y hayas comprobado que están bien cocidas y duras, puedes pasar a ponerles dentro el cascabel o la cuenta de madera. La verdad es que si fueran de porcelana o si yo fuese más hábil y las hiciese mucho más finas, las campanas sonarían maravillosamente bien con una cuenta de madera. Como soy consciente de mis limitaciones, yo les puse cascabeles, para que sonaran por algún sitio.
Yo usé cordel grueso. Hice un nudo para hacer de tope por dentro de la campana, y até el cascabel en el extremo.
Después, solo me quedó trenzar los hilos e ir añadiendo campanas, aunque tú puedes colgarlas de una en una en el árbol, por ejemplo, o agruparlas en un racimo y atar con ellas unas ramas de eucalipto o de acebo.
Sea como sea, fácil, divertido y apto para hacer con niños o amigos a los que les den miedo las manualidades o sean inútiles con la arcilla.