En realidad, no es más que chocolate con formas bonitas (no llevan licor ni absolutamente nada que no sea chocolate, salvo los corazones de azúcar de adorno). Como a mi hija le gusta el chocolate con leche, están hechos con chocolate con leche Nestle.
Sólo hay que poner las tabletas de chocolate a derretir al baño María, y después, quien tenga tiempo y ganas, atemperar el chocolate. Yo hice una versión muy reducida del proceso: puse el chocolate (dos tabletas) al baño María, y cuando estaba derretido separé la mitad, la enfrié en un bol y la volví a mezclar (no tengo termómetros para estar calculando la temperatura idónea, ni paciencia para hacer todo el proceso, y si ya mi cocina cuando me ayuda mi hija parece Sarajevo en sus peores momentos, no quiero ni pensar si extiendo el chocolate sobre el mármol).
Sobre los moldes pusimos unos cuantos corazones de azúcar en rosa y blanco (se puede utilizar confeti de colores, bolas o lo que tengáis). Después vertimos el chocolate derretido (no demasiado caliente) sobre los moldes, igualamos las bases con un espátula (momento aprovechado para comernos el que sobraba) y lo metimos al congelador hasta que se endureció de nuevo.
Una vez hechos, lo mejor es ponerlos fuera de la nevera en un tarro de cristal bien tapado para que no cojan sabores de otros alimentos y no suden (eso pasa por la diferencia de temperatura si los dejamos en la nevera; al sacarlos se ponen a "sudar").
Como son tan sencillos de hacer es una receta estupenda para hacer con niños: se lo pasan en grande y se sienten los nuevos Ferrán Adriá. Además, se pueden decorar de muchas formas y utilizar cualquier tipo de chocolate, e incluso mezclarlos, rellenando un poco con chocolate con leche y otro poco con chocolate blanco. Lo que da el punto de Pascua (además, claro está, de la forma de huevos y conejitos que ya nos dan una pista) son los detalles que pongáis en los moldes (corazones o confeti, perlas, etc, cuanto más colorido mejor).