Mi cámara ha muerto y con ella un pedacito de mí :) Qué desnuda e indefensa se queda una sin un aparato que a veces parece una extensión de una misma. Aunque, sinceramente, ya hacía tiempo que estaba pensando en cambiarla y había estado curioseando e intentando decidir cuál me quedaba. Pero no me esperaba esta traición.
Total, las cosas están un poco lentas y complicadas en Casa Pompón. Intento sacar fotos con la cámara del móvil y no me gusta ninguna. Me enfado, vuelvo a intentarlo, pero nada. Y no sé si os pasa, pero en ese momento sale lo peor de mí misma, mi parte vaga, el demonio de los dibujos animados que se te sienta en el hombro y te susurra al oído que da igual, que ni lo intentes, que mejor te tumbes en el sofá y te dediques a no hacer nada, que una pantalla más del Candy Crush, venga.
Pero no hay que ceder nunca, porque esa vocecita es el preludio de una sensación incómoda y una modorra que se extiende durante días...
Así que pasemos del demonio y sigamos a lo nuestro. Aunque las fotos sean feas.
Como os prometí, vamos a ver cómo hacer unas bolas para la secadora. Pero antes que nada, vamos a ver para qué sirven y por qué estaría bien usarlas.
Hay bolas para la secadora de muchos materiales. Hay versiones comerciales y varias versiones caseras, que luego os explico. Pero todas siguen el mismo principio. Meter bolas en la secadora ayuda a reducir la cantidad de electricidad que usamos porque separan la ropa y absorben humedad, con lo que todo se seca más rápido. Además de eso, precisamente gracias al movimiento que generan las bolas, las prendas quedan más suaves, con lo que se puede obviar el suavizante (ya sabéis que en casa, por ejemplo, no lo podemos usar porque los tres pompones tienen piel atópica).
¿Y qué podéis usar como bola de secadora? Pues pelotas de tenis, sin ir más lejos. O bolas de papel de plata. O también podéis haceros estas bolas tan bonitas de lana con los restos que tengáis de algún proyecto.
Necesitáis:
-Hilo con un alto contenido en lana. Si es lana 100% mejor que mejor.
-Un calcetín.
-Una lavadora.
-Una secadora.
Lo primero que tenéis que hacer es un pequeño ovillo de lana. Para empezarlo, enrollad la lana alrededor de los dedos de una mano y luego sacad la lana y empezad a enrollarla sobre sí misma. En fin, supongo que no hace falta que os cuente cómo se hace un ovillo, pero si necesitáis ayuda, me lo decís.
Cuando tengáis el ovillo, que no tiene que ser muy grande, con que os quepa en la mano es suficiente, lo metéis dentro del calcetín y le hacéis un nudo para que el ovillo quede bien cogido.
Metéis el calcetín en la lavadora en un ciclo que llegue como mínimo a los 30 grados. Podéis meterlo junto con la ropa que vayáis a lavar, yo siempre lo hago así.
Cuando haya terminado de lavarse, metéis el calcetín en la secadora y hacéis un ciclo entero.
Sacáis el ovillo para ver si se ha afieltrado. Si veis que todavía le falta un poco, repetís calcetín-lavadora-secadora. Yo normalmente lo hago dos veces por cada ovillo para estar segura (una vez no lo hice y la bola se me deshizo en la secadora...)
Y ya está, ya tenéis vuestra bola de secadora. Yo os aconsejo que os hagáis cuatro o cinco aprovechando restos de lana que tengáis por casa.
Para usarla, ya sabéis, solo hay que meterla en la secadora cuando vayáis a ponerla en marcha. Yo le añado a cada bola unas gotas de aceite esencial para que la ropa (y la casa!) huela bien.
Cuando la ropa esté seca, sacáis las bolas y las guardáis hasta el siguiente uso. Sí, así de fácil.
La semana que viene (o la otra) os cuento ya por fin la receta del jabón líquido, que he conseguido gracias a Anabel, que el otro día me dejó su versión. Y luego os haré un recopilatorio para que sepáis exactamente cómo lavar la ropa con productos naturales... El otro día me di cuenta de que ya no compramos nada. Y luego iremos a por los platos, que sé que lo estáis deseando. Y también tengo que contaros qué estoy haciendo en la habitación de la pompona, porque está quedando genial. Veo que es urgente que me compre una cámara...