Hablar a través de una fría pantalla sin saber si hay alguien al otro lado no es fácil. Aun cuando los datos demuestran que sí, que hay gente al otro lado, no obtener respuesta, comentarios o likes afecta. Y es inevitable. Mantener unas redes sociales con contenido interesante todos los días es un trabajo en sí mismo, que se suma al trabajo diario de tu propia actividad. Lleva horas de búsqueda de ideas, diseños, sesiones de fotos y redacción de textos, entre otras cosas.
Pero empecemos por el principio, ¿por qué amo las redes sociales? Igual la palabra Amar se me queda grande, porque las redes son para mí un medio para alcanzar el fin: compartir mi revolución y contagiaros las ganas de ser, crear y disfrutar ;) Dicho esto, confieso que me han traído muchas alegrías:
1. conocer gente maravillosa: en serio, gracias a las redes sociales he conocido mujeres increíbles. Algunas han sido alumnas que compartieron conmigo un trocito de sus vidas y su intimidad, como si nos conociéramos de toda la vida. Otras, se han convertido en colaboradoras y alguna de ellas forma parte de mi día a día, como pocas veces antes me había ocurrido en el cara a cara.
2. Aprender: las redes están llenas de personas con talentos prodigiosos. Habilidades artísticas, experiencias personales súper enriquecedoras o visiones del mundo que nos rodea que te ayudan a reflexionar y mejorar cada día como persona.
3. Sentirte acompañada: No sé si será el anonimato que proporcionan las redes sociales o la facilidad de las aplicaciones para comentar una publicación, pero si comparto un día triste, personal o de felicidad, no me falta gente. Siempre llueven las buenas palabras y los mensajes de ánimo, tan necesarias a veces.
Pero no todo es luz y color en el mundo 2.0. No diré que las odio, porque odiar está muy feo. Lo dejaré en que detesto las redes sociales por las siguientes razones:
1. Te alejan de la realidad: las RRSSS te distancian peligrosamente de la realidad. Pueden ofrecer una visión de la vida o el trabajo que nada tiene que ver con la situación real de las personas. Una publicación recoge un momento determinado que a veces dura unos pocos minutos. Pero muchas publicaciones juntas con muchos de esos momentos, dan la sensación de que la persona vive en estado permanente de felicidad y tú eres una desgraciada que no logra alcanzar ese estado o ese estilo de vida perfecto.
2. Te dan mensajes equivocados: si publicas algo y la gente no comenta tu publicación ni le da likes, puedes pensar que no gusta y sentirte mal por no haber acertado con el contenido para tu público. Sin embargo, puede deberse simplemente al hecho de que es la propia red social quien ha hecho esa consideración y ha decidido ocultar tu publicación a tus seguidores.
3. No hay evolución lógica: tú, tu trabajo, tus productos... han podido mejorar extraordinariamente con el tiempo, pero las redes no siempre reflejan fielmente esa evolución. Por lo que te comentaba antes. Ellas deciden lo que gusta y lo que no, y no tienen en cuenta la evolución de tu trabajo, el tiempo invertido o el esfuerzo empleado.
¿Y entonces qué hacer?
A pesar de todas las virtudes y defectos de las redes sociales, todo negocio online debe poseer algunas para sobrevivir. Es imprescindible abrir esa ventana al mundo para darte a conocer y enseñar todo lo que puedes hacer por los demás.
Para quedarte con lo bueno y que no te afecte lo malo, yo me organizo de la siguiente manera:
1. Creación de contenido: aunque las redes tienen la última palabra sobre lo que gusta y lo que no, no dejaré de dar a mis seguidoras lo que yo creo que más necesitan. Las redes sociales me dan algo de información sobre este tema, pero también el blog, las visitas a la web o la apertura de los emails que envío me aportan muchos datos sobre esos intereses.
2. Planificar contenidos: una vez definidos los contenidos para cada red, establezco las fechas en las que voy a publicar (usando el planner semanal que puedes encontrar aquí), programo algunas y dejo otras medio preparadas a falta de incluir alguna información de última hora.
3. Publico cuando me viene bien: Antes me fijaba mucho en los mejores horarios para publicar. Ahora también, pero además tengo en cuenta mis propios horarios. Porque publicar mientras mis hijos cenan y no dejar de mirar el móvil para contestar mensajes, me parecía un castigo. Ahora publico a mediodía, justo después de comer. Eso sí, procuro hacerlo siempre a la misma hora y de forma regular.
4. Tiempo limitado en las redes: antes me pasaba el día entrando en las redes sociales. Cualquier momento me parecía bueno y es cierto que en 10 minutos podía echar un vistazo rápido a todas. Ahora lo hago después de publicar. Tengo reservada una hora después de comer solo para ellas. Eso me permite relajarme en el sofá mientras charlo con mis seguidoras, sin molestar a nadie y sin que nadie me moleste. Porque estoy sola, tranquila y sin preocupación.
5. Mi tiempo libre es mío: hace tiempo dejé de publicar fines de semana y festivos. Decidí que, si me pasaba el día diciendo a mis seguidoras que desconectaran y disfrutaran de la vida, no tenía sentido que yo estuviera pegada a la pequeña pantalla. Créeme, la vida sigue el lunes, tal y como la dejaste el viernes ;)
¿Qué te ha parecido el post? ¿Cómo gestionas tú las redes sociales? ¿Eres de las que mira el móvil con cada aviso o llevas un control sobre tu acceso y publicaciones?
¡Cuéntamelo en los comentarios! Me gustaría mucho saber cómo lo haces.
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