Ella ha aportado sus conocimientos y experiencia, y yo mi pasión por la reutilización y el reciclado.
Dar una segunda vida a los objetos es relativamente sencillo, solo hay que proponerselo. Pero dar una segunda vida al tiempo es imposible. Por esa razón se debe vivir cada momento como si fuera único. Si hay una oportunidad de disfrutar, no debe dejarse escapar. Eso es lo que nos sucede a mi madre y a mí cuando nos proponemos un reto creativo. Lo pasamos estupendamente trabajando juntas, y las dos sabemos que estos momentos son irrepetibles.
Hace unos meses nos atrevimos con un traje de valenciana, también con un vestido de alfombra roja, ahora le tocaba el turno a un vestido de novia. En este tipo de proyectos las dos ponemos el foco de nuestra creatividad en lo que nos gusta y apasiona, intentando fusionarlo todo. Ella siempre ha sido muy buena con la costura, y yo enriquezco el tejido con material reciclado.
Para la realización hemos utilizado tela de gasilla*, vasos de plástico de usar y tirar y pegamento-silicona.
Con los vasos de plástico hemos hecho piezas con forma de hojas, que hemos ido pegando como si crecieran en una planta.
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Este proyecto no hubiera sido posible sin la colaboración especial de Mar, mi hija, y de Eva Ripoll, amiga y fotógrafa. Un millón de gracias a las dos.
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