Pero hoy, porque es un buen día como cualquier otro, quiero celebrar a la persona que tengo al lado y con quien me casé hace seis años. Porque, aunque a veces me quejo de que no sabe cocinar. Y sienta que la casa se puede venir abajo si no estoy, mi francesito me da mucho, mucho de lo que no hablo nunca. Tengo la gran suerte de haber encontrado a alguien que me enseña, día a día, a buscar solución a los problemas. A no quejarme y complicarme la vida sin sentido. La vida es muy corta para estar amargándose, para quedarse quieto sin encontrar la salida. He aprendido, con él, a simplificar y ver lo bueno de lo nos rodea.
Estoy junto a alguien generoso y preocupado por los demás, a veces, debo confesar, en exceso. Es un padre enamorado de sus hijos, un buen compañero, amigo (ya dije que no soy una romántica, las otras cosas me las guardo para mí).
Así es que hoy, además de celebrar los seis años de ese mega-fiestón, debo celebrar los seis años "formales" junto a esa buena persona, que me hace intentar ser, yo también, mejor cada día.