Me refiero a personalizar la funda de la cámara de fotos con chalk paint:
Como la mía hay muchísimas, pero siempre la llevo encima porque todavía estoy en plena pelea para aprender a utilizar la cámara, como para encima estar pendiente de dónde he dejado la funda.
El detonante de esa transformación, una vez más, fue la niña. Ella y a mi compinche Laura, que tiene una idéntica a la mía.
Te pongo en situación: finales de junio. Festival de fin de curso de la niña. Un millón de padres y abuelos por metro cuadrado. Codazos por hacerse con los mejores sitios. Madres a la carrera por los pasillos con niños en ristre (lo sé porque yo era una de ellas).
En medio del revuelo de maquillajes, tocados e imperdibles para solventar roturas de última hora, cuando mi amiga Laura y yo nos dispusimos a coger nuestras cámaras, nos dimos cuenta de que a simple vista no éramos capaces de distinguir cuál era la de cada una porque las fundas eran gemelas hasta el último detalle.
Al final acabamos abriéndolas para asegurarnos de que no nos íbamos con la cámara equivocada, pero a mí aquello me dio qué pensar.
Primero se me ocurrió ponerle un lazo o un pañuelo como suele hacerse con las maletas cuando viajas en avión, para distinguirlas en la cinta transportadora de la recogida de equipajes.
Pero dándole otra vuelta me acordé de la mochila de la niña (aquí) y de la maleta del esposo (aquí), que había personalizado con chalk paint, y lo más importante, que seguían igual de bien que el primer día.
Me decidí de nuevo por esa pintura por su resultado impecable y como es la cámara de Pica Pecosa, puse a la ballena Jenaro para que se sepa cuándo ando por ahí en acción:
¿Qué te parece el resultado? ¿Te gusta? A mí mucho, la verdad, porque en unos minutos (el dibujo ya ves que es sencillo) conseguí una funda única y que se distingue a distancia.
¡Pasa un feliz día e intenta no derretirte!