Se trata de un maniquí hecho a medida, con mi propio molde en este caso. La idea la había visto hace tiempo por la red y me había quedado con ganas de experimentar.
Os cuento. Cogemos una camiseta a la que no tengamos mucho aprecio porque ya nunca más la volveremos a ver y nos la ponemos. Y un rollo de cinta adhesiva ancha de embalar.
Buscamos un colaborador que nos quiera bien, por la cuenta que nos tiene. En mi caso la voluntaria fue mi hermana. Le pedimos que nos vaya envolviendo con la cinta por todos lados de manera que la camiseta vaya cogiendo la forma de nuestro cuerpo y tomando consistencia a medida que se pasan varias capas de cinta adhesiva. No podremos hacerlo con vueltas completa porque se nos pega todo, habrá que cortar trozos para cubrir zonas curvas y dejar todo bien fijado. La labor es ardua y el modelo se va impacientando.
Ojo con los ataques de risa porque el caparazón no permite ampliar la caja torácica y te ahogas. Lo digo por experiencia. Luego no reclaméis por no avisar!!
Una vez finalizado se corta por detrás con unas tijeras de abajo arriba y el modelo se sale como buenamente pueda intentando no destrozar la tarea. Otra parte difícil del proceso.
Después se cierra la apertura con cinta adhesiva y por abajo, por los huecos de los brazos y por el cuello con unos óvalos de cartón cortados a medida y pegados al resto. Rellenamos con fibra de rellenar cojines.
Eso es lo que yo había visto en la red, pero no contenta con el acabado pasé a la segunda parte de papel maché.
Lo fui cubriendo todo con varias capas de papel de cocina y cola blanca diluida.
Hasta que quedó así.
Y como colofón, acabado pictórico abstracto y colorido para alegrar los días grises que se avecinan.
Y ya tengo mi maniquí a medida, decorativo y útil a la vez.