La tristeza es un dolor generalizado del cuerpo y, sobre todo del alma. Puede ser debido a la pérdida de una persona, mascota u objeto muy valioso para nosotros, o también pude ser causada por la vivencia de una situación adversa: pérdida del trabajo, abandono por parte de la persona amada, una enfermedad, etc.
¿Cómo afrontamos esta emoción tan poderosa?
Nos aislamos
Nos volvemos herméticos y miramos para dentro de nosotros mismos
Nos quedamos inactivos, igual que un gran bloque de piedra.
Los pensamientos van en bucle, volviendo una y otra vez al mismo punto. Las imágenes se repiten en nuestra cabeza, igual que si un proyector sólo pudiera visualizar las mismas diapositivas una y otra vez.
Nos escuchamos diciéndonos: “si yo hubiera”, “es mi culpa”, “jamás lo superaré”.
El enfado, el abandono, a veces el amor o el desamor y la impotencia, se mezclan a la vez y nos paralizan.
Los efectos físicos que pueden apreciar en nosotros aquellas personas que nos conocen bien son las siguientes:
Las cejas se elevan en su parte interior. (Observar a la mujer de la pintura de Degas)
Se curvan hacia abajo las comisuras de los labios.
Los pómulos se elevan y los ojos se empequeñecen perdiendo brillo.
La postura cambia, se inclina la cabeza hacia adelante y la mirada se arrastra por el suelo. Los hombros caen hacia abajo como si llevásemos un gran peso a nuestras espaldas.
La tristeza no sólo nos afecta en nuestro aspecto físico sino también en la salud. Pueden aparecer síntomas de enfermedad: dolores de cabeza, sensación de un cansancio acusado, palpitaciones, estreñimiento, problemas de piel, dolor de estómago…
¿Podemos hacer algo que nos ayude a salir de este pozo oscuro en el que estamos?
Es inexorable que pasemos una temporada sintiéndonos mal y deseando el aislamiento del mundo. Cada persona tiene un tiempo de reacción, y la tristeza va pasando más o menos lentamente, si no pasara al correr de los meses, deberíamos pedir ayuda profesional para que no se convierta en dolor crónico y nos eche a perder la vida.
¿Qué o quienes nos pueden echar una mano?
Amigos, familiares, hablar incluso con desconocidos, escuchar música y entretener la mente en algo, como trabajo, ver películas, dar paseos, etc. Cada uno tiene que ir luchando paso a paso, día a día por hallar un momento de paz. Al final el gran esfuerzo que supone, merece la pena. Cada lucha que libramos ciertamente nos hace más fuertes.
Todos nosostros, sin excepción, hemos sufrido durante nuestra vida estos golpes terribles; nada nos puede librar de perder a un ser amado, de no lograr nuestro sueño, de sentirnos frustrados por decenas de situaciones. Debemos aprender a lidiar con la tristeza, ya que nos acompañará en bastantes ocasiones.
En mi caso me funciona siempre la música, ponerme a escribir aunque sea sin ganas, y la lectura. Los libros pueden llegar a ser unos grandes amigos, un apoyo in condicional. Te trasladan muy lejos del sufrimiento, te hacen olvidar tu realidad, al menos por un rato.
Mucho ánimo a todos los que estáis tristes, lograréis vencer esta emoción, ya lo veréis.
Teresa Echeverría, escritora.