Para hacerlo, puedes utilizar algunos retales y unirlos o bien una sola tela que te guste mucho. El límite lo pones tú y tu imaginación. En mi caso me decanté por polipiel y una tela preciosa para el exterior que me traje de Barcelona. En el interior, una tela con motitas de colores muy chula que me vuelve loca. Además necesitarás una cremallera de unos 30 cm de las que se pueden abrir, como para una rebeca, y entretela. Así es como queda el trabajo acabado.
Empezamos con el exterior. Necesitarás un trozo de tela de 24,5 x 20,5 cm al que plancharás la entretela, con la misma medida. En mi caso utilicé dos trozos de tela de 24,5 x 6,5 cm, a los que planché la entretela, y otro de polipiel de 24,5 x 10 cm. Si te quedas con esta segunda opción , debes unirlos entre sí, dejando en medio la polipiel. Tal y como ves en la foto.
A continuación lo que hacemos es una puntada decorativa a estas uniones para asentar las costuras y que se vea un acabado más bonito. Si tu máquina tiene alguna puntada divertida es el momento de usarla. En mi caso, estamos haciendo un pespunte y digo estamos, porque hoy mi madre es la que cose y yo dirijo la orquesta Es lo que pasa cuando pasas la Semana Santa en casa de tus padres.
Ya que tenemos un trozo exterior “completo”, seguimos con el trabajo. Corta un trozo de tela interior para el forro con la misma medida de la exterior. De esta misma tela, reserva un trozo para hacer un pequeño bies con el que acabaremos el trabajo por dentro y que no se nos deshilache. En caso de no tener puedes usar una cinta al bies que pegue con tus telas.
Vamos a colocar la cremallera. Recuerda que la hemos comprado de las que se abren para poder trabajar más cómodos. Y la forma de colocarla es como lo hicimos en el estuche de los cuatro bolsillos. Ponemos la tela exterior con el derecho hacia arriba, la cremallera hacia la tela exterior y la tela interior con el derecho hacia abajo. Es decir, derecho con derecho con la exterior. Asegúrate con alfileres que está bien alineado y no se te va a mover cuando empieces a coser.
Nos vamos a la máquina y cosemos. Una vez la tengamos lista vamos a coser el otro lado de la cremallera. Para eso, doblamos sobre sí misma la tela exterior y llevándola hacia el otro borde de la cremallera. Por el lado contrario hacemos lo mismo con la tela interior. Cuando lo tengas todo alfileteado te quedará algo así.
Ahora que ya tenemos nuestra cremallera cosida, dale la vuelta al trabajo abriendo por completo la cremallera y plancha. Es el momento de volver a hacer una costura exterior en los bordes de la cremallera para asentar bien las costuras. Puedes utilizar otra puntada bonita. Yo lo hice con un hilo matizado de acolchar, aunque lo cierto es que no se aprecia demasiado por tanto colorido de las telas.
¿Seguimos? Vuelve a cerrar tu estuche dejando la cremallera más o menos a la mitad y dale la vuelta al trabajo. Esta parte es a la vez sencilla y complicada, así que espero ser capaz de explicártelo bien.
Con tu estuche del revés y cerrado, coloca la cremallera bien centrada y en los dos extremos haz unos cortes. Dos a los lados, justo donde la tela se dobla y otro en la parte inferior a la misma altura que la cremallera.
Cuando los tengas hechos tendrás que doblar las cuatro esquinas. Así que deberás repetir lo que te explico ahora cuatro veces.
Coge el corte que hiciste en el lateral y llévalo hasta el corte de la base, a la altura de la cremallera.
Estira la tela hacia fuera para que el doblez sea perfecto.
Vuelve a llevar el borde de la cremallera hasta el corte inicial.
Sujeta con alfileres estirando bien la tela.
Si lo has hecho bien, después de sudar y picarte con los alfileres, debe quedarte algo parecido a esto.
Llévate el estuche a la máquina y cose los dos extremos con mucho cuidado de no pisar los alfileres con la aguja. Corta el sobrante de tela y cremallera y cose la cinta al bies para que no se vea feo por dentro.
Ahora que lo tenemos cosido le damos la vuelta a nuestro trabajo, asegurándonos de sacarle muy bien las esquinas. Y… ¡Aquí lo tienes!
No me digas que no es una monada y con unos colores muy alegres. Por fin podré tener todos mis bolis juntitos, no perderé mis lápices preferidos y mis bolsos parecerán los de una persona seria y responsable jejeje.
Antes de irme quiero contarte algunas cosas, la más importante es que ¡ME CASO! ¡Madre mía! Vivo en una nube desde el día 1 de abril cuando Tony, rodilla en tierra, me lo pidió delante de un grupo de amigos. Pobrecito, tuvo que repetir la declaración tres veces, porque alguno de esos trastos encontraba cualquier tipo de impedimento.
Desde entonces ando con la sonrisa en la boca, diciéndole “Sí, quiero”, cada vez que lo pillo despistado y buscando ideas aquí y allí. Será en noviembre y, con lo rápido que pasa el tiempo, está a la vuelta de la esquina. ¡Cuántas cosas hay por hacer! Así que aprovecho la confianza para pedirte ayuda, porque me encantaría que los regalos a las invitadas estén hechos a mano. ¿Se te ocurre qué podríamos hacer? En próximos post te contaré lo que tenemos pensado por el momento.
Por hoy nada más, te dejo que disfrutes de la Semana Santa y de estos días de tranquilidad. Yo volveré en unos días, si estos sobresaltos me lo permiten, con nuevos tutoriales e ideas.
¡Nos leemos pronto!
¡Besos costureriles!
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