Se me ocurrió adaptar un tapete que les hice a mis padres hará dos o tres años con precortados en azules y rojos para la mesa de camilla. En nuestra nueva situación, pensé que una buena idea sería convertirlo en una mantita para ponerla a los pies de la cama de mi padre en su estrenada habitación.
Recordé que aún me quedaban algunos retales de la colección y el viernes pasado le hice un cojín a juego.
Ha quedado muy alegre y acogedor, coordinado pero sin exceso, que a mí eso me echa para atrás.
Como veis, o si no se ve bien yo os lo explico, la trasera de lo que era un tapete ahora es una mantita de color gris que cumple perfectamente su cometido.
Y si tenéis curiosidad de saber cómo era el tapete original, aquí os dejo un par de fotos.
Y sigo adaptando telas, acomodando pensamientos, dándole nueva vida a lo que parece ya no sirve, pues todo sirve, sólo hay que adaptarse a las nuevas situaciones que cada día nos tiene reservadas.
Os deseo una magnífica semana.