No es nada fácil tratar con clientes en ningún ámbito, pero en éste especialmente puede resultar en muchas ocasiones algo frustrante.
Muchas veces aceptamos cualquier pedido sin pensar en cómo va a ser el proceso o en quien te lo está encargando. Y es lógico porque muchas veces lo hacemos por necesidad, porque pensamos que a lo mejor no se nos van a presentar otras oportunidades de trabajo o simplemente porque nos convencen.
Y luego es cuando poco a poco van surgiendo una serie de problemas que te van creando un agujero en el estómago y no te deja vivir durante todo el proceso de creación y venta.
Esto que estoy contando lo he vivido durante muchos años. Parece que ya estoy aprendiendo de mis errores y sintiéndome un poco más segura en las decisiones que tomo. Pero como leerás a continuación he tenido que sufrir un montón de desaveniencias antes de llegar a este punto donde me encuentro ahora.
Me ha parecido muy interesante contarte los errores más relevantes que he cometido para que tú los puedas identificar y evitar. Si sigues estos consejos te vas a ahorrar unos cuantos quebraderos de cabeza.
#1. No elegir a las clientas.
Sí, este es el primer gran error que he cometido siempre y que ya menos mal que no cometo. Antes por necesidad de tener ingresos constantemente, aceptaba cualquier trabajo sin analizar si realmente era rentable o no. Y no me daba cuenta de que mi tipo de clienta ideal, es la que desea trabajar conmigo y está conforme en pagar lo que yo he estipulado previamente.
Mi clienta (y la que debería ser la tuya) es aquella que le gusta lo que hago y como lo hago y que sabe que lo que necesita lo va a conseguir conmigo sin cuestionar el valor que yo le pongo a mi trabajo.
Así que si tú no lo haces ya, te recomiendo que no trabajes con cualquiera. No permitas que las clientas controlen tu proceso de producción ni te regateen para conseguir precios más baratos sin sentido.
Este año he rechazado bastantes trabajos porque he visto que me iban a crear más problemas que beneficios. Te voy a contar una anécdota que yo me quedé con la boca abierta.
Una chica me envía unas fotos con un modelo espectacular de una diseñadora conocida. Como siempre le comento, que mi forma de trabajar es interpretando los vestidos y juntas trabajamos un diseño nuevo inspirado en las fotos. Si quiere el mismo vestido lo mejor es que se lo compre a la diseñadora en cuestión.
En fin, después de hablar de los detalles le presento mi presupuesto adaptado a todo lo que me había pedido. Empezó a cuestionarlo absolutamente todo sin tener ningún conocimiento de nada: precios, complicación del modelo, tiempo de confección, tipos de tejidos, etc. sin saber nada de lo que estaba hablando. Me quedé ¡estupefacta!.
Yo como clienta cuando se me rompe la lavadora pido varios presupuestos. Entiendo que cada empresa tiene su forma de trabajar y sus cálculos hechos y manejan números distintos. Analizo dentro de mis posibilidades cada propuesta y elijo la que más me conviene. Pero no me pongo a decirle a cada técnico por qué cobra esto o por qué cobra lo otro y menos si no tengo ni idea de cómo se arregla una lavadora.
En conclusión, sin saber su respuesta le dije que no se lo hacía. Lo primero que pensé esta chica es demasiado osada y si me pone problemas antes de empezar, yo no quiero ni imaginarme lo que puede pasar después. Este trabajo es artesanal y no hay reglas que sirvan para todo. Si surge algún problema, no es lo mismo solucionarlo con una clienta receptiva que con otra como la del ejemplo, que pone pegas desde el minuto uno.
Así que el mejor consejo que te puedo dar es que no trabajes con la primera que venga. Te aseguro que las buenas clientas existen. A la larga conseguirás más dinero y más rentabilidad. Y si no estás convencida del todo lee Valora tu trabajo.
#2. No saber decir no.
Todos sabemos nuestras limitaciones. Si hay alguna cosa que no sabes hacer no aceptes el encargo.
No intentes aprender a cortar un vestido nuevo con un pedido porque puede salir muy mal. Si quieres incluir ese modelo en tus propuestas, lo mejor es que hagas pruebas antes. Cuando estés segura de que puedes venderlo hazlo.
Así que si viene alguien a pedirte algo que tú desconoces tienes que decir que no. Si no quieres decirle que no sabes cómo se hace, no hace falta que se lo digas de esa forma. Así no cierras la puerta para un futuro en el que ya lo hayas aprendido.
O si es el caso de un corte nuevo y no quieres perder la clienta, compra el patrón y pregunta cómo se confecciona. No seas tan osada de cortar mal los patrones porque luego no podrás solucionarlo. Perderás mucho dinero y lo ¡nervios! y la clienta se quedará con muy mala impresión y no volvera más a pedirte nada.
#3. Incluir en el presupuesto demasiados metros adicionales de tejido por si hubiese errores
Quizás pienses que comprar varios metros de más te aseguras no tener que volver a la tienda por si cometes grandes errores. Y es cierto, pero esto es un arma de doble filo.
Si la clienta es la que va a pagar el material, puede echarse para atrás por ver incrementado el presupuesto demasiado. Y es una pena que por no ajustarlo como debe ser asustes a las clientas.
Lo normal es que incluyas un metro más de tejido y de adornos. Así que debes ser exhaustiva en los cálculos del consumo del modelo, para que no gastes excesivo ni te quedes corta.
#4. No establecer el número de pruebas
Desde el principio yo siempre dejo muy claro que son tres pruebas y una posible cuarta si hay algún error por mi parte.
No permitas que las clientas te mareen.
Si no estableces el número de pruebas van a poder hacer contigo lo que quieran y van a estar cambiando el modelo cada dos por tres. Y eso al final te volverá loca y te frustrará cada vez más.
No tengas reparo en decir lo que tú ofreces y cómo. Si en tu caso te encuentras más segura en concertar seis pruebas pues hazlo pero díselo a la clienta y no seas ambigua. Desde que pongo esto en práctica me va todo mucho mejor.
#5. No dejar definidos los cambios en la primera prueba
El primer encuentro es donde juntas hablamos de hechura, tejidos, fornituras y definimos cómo se va a realizar el traje.
En la primera prueba, con todo cortado y a medio montar, se marca el escote, el largo de la manga, se ajusta el cuerpo, se coloca la altura de la falda, etc. Este es el momento que presentes todo lo que puedas a la clienta, que vea por partes cómo va a ser el resultado. Si no lo haces ahora inevitablemente se pueden multiplicar las pruebas porque tengas que cambiar algo que no le guste.
Y todos los cambios se quedan apuntados en mi hoja de clienta para llevarlos a cabo posteriormente. Y esto va a misa. Después de este momento NO hay cambios.
#6. No establecer un horario de apertura y cierre (como una tienda física)
Al parecer, trabajar desde casa es sinónimo de te llamo a cualquier hora o la cita puede ser después de las ocho de la tarde.
¡Cómo me ha costado fijar los horarios! Todas ponen mil excusas. Que no pueden venir a tal hora porque tienen que ir tal sitio o que mejor el fin de semana que así no le rompe la rutina.
Antes era súper flexible y me adaptaba más yo a sus horarios que ellas a mí. Hasta que dije¡basta!: Yo soy la dueña de mi tiempo. Mi horario de atención al cliente es de lunes a viernes de 9 a 14 y de 16 a 19:00.
Gracias a que he hecho esto, puedo tener vida personal. Antes era insostenible.
Súper consejo: Fija tus horarios.
#7. No saber mi precio/hora para calcular presupuesto
Esto es muy relativo. Yo lo he ido descubriendo con la práctica. Esto depende del dinero que estás dispuesta a ganar en un periodo de tiempo dividido en las horas que le vas a dedicar a ello.
También tienes que saber cuánto tardas tú en todo el proceso de producción y si parte lo delegas en otras personas.
En otro post contaré más detallado cómo establezco mis precios y cuánto tiempo dedico a realizar un vestido.
#8. No delegar
Si tienes mucho trabajo no intentes hacerlo todo tú sola. Delega.
Busca ayuda. Que se te da mejor diseñar y cortar, pues busca a una costurera que te quite esa tarea. Que te sientes más cómoda con la confección, busca a alguien que te corte.
Al final vas a ganar más dinero y vas a trabajar menos si divides el proceso de producción. Todo esto teniendo en cuenta que tienes muchos pedidos.
Yo también necesito ayuda. Esta temporada he tenido que llamar a una costurera porque no daba abasto. En mi caso, a mí me gusta más trazar los patrones y cortar que la confección por eso he solicitado este tipo de ayuda.
Gracias a eso, he podido dedicarme más a servir más patrones de la web y a coger más pedidos de trajes de flamenca y de baile. También encuentro huecos para actualizar el blog y las redes sociales. Y he podido también sacar algo de tiempo para mí y mi churri.
#9. No crear un calendario de trabajo y organizarte para llegar a tiempo a las entregas
Este error gracias que a mí no me ha pasado directamente pero te puedo contar la anécdota de un taller a medida en el que estuve trabajando hace años que sí le pasó.
Ha sido la situación más desesperante en las que me he visto envuelta en este aspecto. Mi jefa no calculó correctamente los plazos de entrega y se encontró el martes de feria sin el traje terminado. Para los que no lo sepan la Feria de Sevilla dura de lunes a domingo y el martes es el primer día donde las mujeres se visten de flamenca.
El martes suele ser el día de estreno, es el día más esperado durante todo el año y las mujeres lo quieren disfrutar al máximo mostrando el nuevo look de esta temporada. Así que para ese día tiene que estar todo terminado y entregado.
Fue una gran vergüenza y un desastre con mayúsculas. Al final le tuvo que regalar el vestido y perdió la clienta para siempre. Y lo peor de todo fue emocionalmente que se quedó destrozada.
Esto es muy importante, si no eres capaz de entregar a tiempo los pedidos NO los cojas.
Este es uno de los errores más gordos que he cometido. Siempre hay que pedir un porcentaje del total por lo menos para cubrir los materiales. Un año llegué a pagar hasta 2000 euros al principio en telas y diciéndole a las clientas que me pagaran al final del trabajo.
Estaba loca de remate.
Menos mal que al final todas pagaron. Pero si alguna llega a fallar, hubiera sido un gran problema porque en ese momento no contaba con muchos ingresos.
Ahora cobro para trajes a medida un 30% de adelanto, para los patrones y los vestidos ya confeccionados la totalidad del precio. Así no me voy a quedar nunca colgada.
¿A tí te ha ocurrido algunas de estas situaciones?
¿Tienes algún consejo que puedas compartir con todas nosotras?
Te espero en comentarios.