La cosa, por suerte, ha quedado en un susto. Susto grandote grandotote, pero susto al fin y al cabo. Mi marido está bien. Algo adolorido, y agotado, pero vivo y sin demasiados daños. Ahora toca la recuperación. Mientras tanto, Chloé pudo disfrutar de unos días de playa y piscina junto a la abuela y hacer nuevas amigas.
Chloé jugando con las hijas de Marta, de Diario de algo especial.
No voy a entrar a relatar cómo fue, qué pasó, ni mucho menos qué sentí. No es este el lugar para hacerlo, ni el momento. Pero debo decir que he sacado algunas conclusiones de todo esto:
- Que cuando pasa algo así hay que intentar no entrar en pánico. No sirve de nada, y, por el contrario, si lo haces, todo va a ser incluso más difícil de gestionar.
- Que pese a no tener familia en Madrid, todo el mundo (incluidas mis amigas blogueras queridas) nos ha arropado y ofrecido ayuda, que considero sincera, y agradezco de corazón.
- Que los "amigotes" del fin de semana en cuestión son unas máquinas, leales y solidarios, que se encargaron de mantenerme informada y no dejar a mi marido hasta que pude llegar a estar con él. ¡Gracias, gracias, gracias!
- Que nuestra abuela estrella está ahí para lo bueno y lo malo. Y que pese a los 300 kilómetros de distancia la tenemos con nosotros cada vez que se le necesita. Y que mi suegra querida, lectora asidua de mi blog (¡Hola suegra!), está también, y que de no haberla detenido (ya éramos muchos) se hubiera subido al primer avión que hubiese pillado rumbo a la isla. ¡Gracias a ambas!
- Que cuando tu marido tiene un accidente, cualquier intento de #rinoazul se va al diablo, mientras que el #rinonaranja coge fuerza naturalmente... con un marido con dolor de cabeza poco puedes gritar. Pido disculpas a todos los que no pude responder (mensajes, llamadas, etc.). Mi teléfono se vio repentinamente saturado. ¡Y qué decir de mí!
- Además de eso, creo que desconfiaré un poco de los periódicos, que sacaron la noticia incluso a nivel nacional, algunos de ellos hablando de unos bañistas heridos al caerles una cometa. No, aquí fue un accidente de deportistas por negligencia de uno que no ha dado la cara. Ningún bañista herido. Sólo un cabrón que se ha esfumado y dos kiteros hospitalizados.
- Que hay que aprovechar de cada minuto e intentar también tener ciertas precauciones (¡e insistir en que se tengan!). Un accidente es un accidente, pero si llevamos casco, quizás, nos podemos ahorrar un mal rato.
- Y que, al mal tiempo, buena cara, y un viajecito a las Canarias...
Ahora ya de vuelta en casa, y yo he sumado una línea más a mi agotamiento físico y mental, pero aquí estamos para seguir pa"lante, con la vida y con mi blog.