No me resulta difícil encontrar por casa alguna que otra cosilla para diogenizar (palabrita inventada para explicar la acción de reciclar y darle una segunda oportunidad a los objetos). ¿Por qué me resulta fácil hallarme verdaderos tesoros customizables? Pues porque mi madre, Maa Pomelo, comparte conmigo el espíritu diogenero y no tira nada que se pueda reusar. Es una gran amante del cristal, tiene una bonita colección de botellas antiguas de licor y de esencias.
Pues una mañana vi que había guardado unos tarritos de cristal muy graciosos que hicieron su función de ambientadores (de esos que se enchufan), y yo me apresuré a darles caza, previo permiso maternal. El resultado es este proyecto diogenero que he querido compartir. Espero que os gusten.