No soy de las que lleva el último modelo cuando voy a la playa, todo lo contrario, busco en mi armario la ropa más cómoda; al fin y al cabo, desde que llegue me la voy a quitar y no volveré a ponérmela hasta el camino de regreso. Esto mismo se traslada al bolso, llevo años usando el mismo, se lo “cogí prestado” a mi hermana Macame porque a ella se le hacía pequeño y a mi me venía de perlas. Pobrecito, la de horas de playa que lleva en sus costuras.
Pero esto de vivir en Fuerteventura y poder disfrutar de la playa casi cualquier día del año hace que te plantees la posibilidad de hacer un cambio. Cambio, que por supuesto busqué y busqué en las tiendas y nunca encontré algo a mi gusto. Así que me decidí a buscar la forma de hacerme un bolso grande, en el que poder meter la toalla, el neceser, algo de abrigo y alguna chuchería que me gusta comer cuando estoy al sol.
Ten en cuenta que cuando esta idea surgió poco había cosido en mi vida pero como soy una atrevida, me fui a Ikea, donde los colores de algunas telas son tan escandalosas que no puedes dejar de mirar. Allí surgió el amor. Seguro que habrás visto la tela mil veces, es un tanto retro y con unos ‘floripondios’ gigantes que me encantaron. Así que ni corta ni perezosa me compré esta loneta. Por cierto, voy a enseñarte ya el bolso que esto parece una historia de misterio más que un blog de costura creativa y patchwork.
Las medidas no las recuerdo, te hablo de hace unos dos años o tres y no ha sido hasta ahora que la parte más experimentada de El costurero de Lulú, mi madre, se ha decidido a terminarlo. Yo había dejado hechas las tiras para colgarlo, el bolsillo interior y todas las capas del bolso cortadas, y toda la tira que va alrededor también preparada. Paré porque quería que tuviera cuerpo y no sabía como hacerlo. Un pequeño revés en mi aventura que hizo que la dejara apartada para afrontar nuevos retos.
Y no ha sido hasta ahora que mi madre lo rescató del baúl de los recuerdos y me dijo, Lourdes, este bolso hay que terminarlo. Así que se puso a la labor, a escondidas para darme la sorpresa. Con un pequeño rapapolvos incluido por comprar las telas tan justas (debo ser una kamikaze de la costura).
Tal vez no sea objetiva porque las telas me encantan, los colores y sobre todo, la forma del bolso, en el que casi quepo dentro; pero que me asegurará poder ir a la playa con todas mis cosas, sin tener que hacer malabarismos para que entren en él. Además, para terminar la labor mi madre puso una de nuestras etiquetas hechas por Encarni Etiquetas Paramanualidades y que tan bien quedan en nuestros trabajos. Te dejo algunos detalles más, para que te hagas a la idea de como lo hicimos.
Siento mucho no poder poner fotos del proceso, por despiste no las hicimos, supongo que la emoción de avanzar en el trabajo hace que nos olvidemos. Intentaremos que no nos pase más. Además quiero agradecer éstas que hizo Jaime: “¡Gracias cuñaooo!”.
Y bueno, decir que estamos preparando algunas entradas de costura creativa, que la teníamos muy abandonada, así no nos centramos únicamente en patchwork y cambiamos un poquito de labor. ¿Qué te parece la idea? Así puedes aparcar un poquito las casitas de log cabin o el quilt en zig zag.
Nosotras vamos a disfrutar de nuestro bolso y de un buen día de playa.
¡A disfrutar del verano!
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