Relaja y ejercita la paciencia.
El estrés, al que nos acostumbramos cada vez más las que vivimos en una ciudad, nos sumerge en una ansiedad que se hace parte de lo cotidiano. Esperar para que nos atiendan, esperar que salga el mail con los adjuntos, esperar el metro: nos parecen torturas, atentados a la calma. Y en esa locura de querer todo ya, perdemos la noción de lo que es hacer de a poquito y atravesar el tiempo real de las cosas. Tejer te obliga a bajar los decibeles, a ver las puntadas avanzar de a poco y a que el resultado sea la consecuencia de tu constancia ¡y tu paciencia!
Te conecta contigo misma.
Las cosas que vas haciendo, sus formas y los colores que eliges son reflejo de tu personalidad. Tejer te conecta con lo lúdico y estimula mucho la imaginación. Empieza copiando cosas que viste y te gustaron, pero agregándoles tu toque personal
Ayuda a concentrarte.
Estamos seguras de que si pudiéramos aplicar la concentración a la que te lleva el crochet en otras áreas de nuestra vida, las cosas serían mucho más fáciles y livianas. La mayoría de las veces, hacemos cinco cosas a la vez, y eso hace imposible concentrarse en serio, empezar algo y terminarlo. Con el crochet, eso no pasa. Te fuerza a concentrarte, y lo logras fácil porque te dejas llevar en los movimientos continuados. Además, como seguimos siendo ansiosas: ¡queremos ver la labor terminada lo antes posible!
Es práctico y útil.
Puedes tejer en cualquier lado. El crochet va con vos y no ocupa espacio. Apenas una bolsita con la aguja y el hilo. Y lo puedes sacar donde estés, en los viajes al trabajo, en la playa, en las salas de espera, etc. Lo mejor es que no es sólo un pasatiempo: como cualquier trabajo artesanal, requiere dedicación, y los resultados son siempre beneficiosos: lo que tejiste lo vas a usar, regalar o hasta lo puedes vender.
Te enriquece.
No hay nada más gratificante que ver algo terminado, y mucho más si eso lo haz empezado y lo terminado tu misma. El día que la manta que haz tejido se extiende en el suelo terminada es un día de plenitud, ¡misión cumplida!