¡Pintura que no falte! Blanco roto...,
..., y rosa vintage.
Esta preciosa servilleta, regalo de nuestra querida Anna Llansa, y que ya empleamos en otro trabajo, fue la elegida. Recortamos el motivo con las manos...,
..., para que, con la técnica del decoupage, quede mejor integrado en la madera.
Con cola, pegamos en la base de la cajita cuatro tapones...
... y así es como le hemos puesto patas a nuestra cajita.
Cuatro buenas patas con personalidad y presencia. ¡Que no diga que no se sostiene!
Nos gusta mucho el contraste entre el interior y el exterior y, también, el pequeño detalle decorativo de las flores en cada lado del cubículo.
¿Qué uso le vamos a dar ? Pues el que desde el principio pensamos para ella, y que no es otro que servir de porta servilletas de papel. Lo vamos a usar a diario, pues queremos disfrutarlo mientras le damos un toque delicado a la mesa.
No hemos podido evitar fotografiarlo al lado de este cuenco tan coqueto; parecen hechos el uno para el otro, a pesar de que es pura coincidencia...
Y con este reciclaje, tan femenino en apariencia como práctico por su uso, nos despedimos hasta el lunes.
¡FELIZ FIN DE SEMANA!