Ese detalle puede parecer irrelevante, pero supone una tarea añadida al trabajo de bordar. Las pequeñas madejas se enredan con suma facilidad, de tal manera que algunos costureros de punto de cruz llevan un minúsculo torno, a fin de enrollar cada hilo en una chapita. Si tu costurero no lo tiene, en este reportaje te enseñamos a hacer un sencillo devanador.
A fin de evitar que los hilos se erosionen con el borde de las muescas, las pulimos con un papel de lija del número 200 de esta manera tan cómoda. La madera de balsa es muy blanda, y realizamos este paso sin el menor esfuerzo.
Para que el lijado sea plenamente efectivo, y quede un borde suave que no desgaste los hilos, procedemos a biselar las muescas por ambas caras de la tablilla.
Un panorama que conocen bien las aficionadas al punto de cruz. El hilo de una madeja, aunque se maneje con atención, se embrolla con tanta facilidad como un sedal de pescar, haciendo perder muchos minutos a las bordadoras.
Vamos a fabricar un sencillo devanador, donde podremos clasificar los hilos evitando la molestia de los enredos. Utilizaremos una pieza alargada de madera de balsa, en la que haremos muescas semicirculares por ambos lados. Las marcamos con ayuda de una arandela.
Y seguidamente procedemos a cortarlas con la sierra de marquetería, fijando bien la madera de balsa con dos mordazas o sargentos de carpintería. Es una tarea sencilla, que haremos en pocos minutos.
Así queda nuestro devanador, después de marcar los colores más habituales en nuestras labores. Observaréis que el espacio de la derecha lo dejamos sin definir, ya que servirá para los restos.
De esta manera tan rápida, hemos hecho un devanador ligero, práctico y alegre, que nos facilitará mucho el trabajo en nuestra querida afición.
La manera más práctica de organizar los hilos es señalar los colores en el propio devanador. Lo hacemos con esmalte acrílico, usando un pequeño pincel.
Para que las marcas de color no se desgasten con el roce continuo, los protegeremos bajo una capa de resina sintética, transparente y muy dura. En otras palabras, barnizamos la tablilla.
Y cuando el barniz ha secado, ya podemos devanar los hilos para nuestras labores de punto de cruz.