Curioseando hace unos días ropa antigua en casa de mis padres, salió un chaquetón de lana antiguo en color crudo que a mi hija le encanto, el problema es que estaba amarillento de estar guardado en el armario tantos años. Así que no tenia de otra que llevarlo a la tintorería o lavarlo yo con cuidado y opté por la segunda opción, el chaquetón quedó en bastante buen estado y otra prenda para el armario.
Conchi, mi hija, lo estaba gastando tan a gusto que se lo pusó en nochevieja y se le hicieron unas manchitas. Otra vez a lavarlo y con la sorpresa de que esta vez el chaquetón salió destrozado de la lavadora. ¡Que disgusto! Pero nunca hay que rendirse. Al final recurriendo a mis puntillas se ha podido más o menos arreglar.
“El simple hecho de nunca rendirse es ya una forma de tener éxito.“
Aquí os dejo las fotos de como he podido salvar este mal trago ya que no sabía por dónde empezar y lo dicho no hay que rendirse nunca. Claro está que no es lo que era pero por lo menos está.
Hasta pronto!
Conchi.