Lo he vuelto a hacer, he vuelto a encontrar una caja estupenda en la calle y me la he llevado. Lo sé, no tengo remedio, pero es que las ponen en mi camino... y soy débil. En realidad, más que una caja es un gran cajón de madera, lo vi así de bonito al lado de un contenedor de obra y no me pude resistir, a pesar de tener que cargar con él una manzana hasta el coche y llenarme de polvillo de azulejo, estaba segura de que merecería la pena recogerlo.
Y ahí es donde empieza ese proceso creativo: tienes algo con posibilidades, pero no sabes muy bien qué hacer con él, entonces el cerebro empieza a procesar y a barajar posibilidades. La mayoría las rechazas, pero de repente aparece una que tiene sentido y ya no puedes parar hasta que la llevas a la práctica. Y muchas veces es un churro, y lo que parecía perfecto en tu cabeza, no funciona en la realidad. Pero sigues buscando y pruebas de nuevo, y de repente funciona y sorprendentemente no sólo se parece a lo que tenías en tu cabeza, si no que es mejor, y voilá!! y es entonces cuando cargar con el cajón, la hiperactividad mental, el desorden para poder pintar, han merecido la pena. Y ese momento no tiene precio.
Y después de este rollo os cuento lo que hice con mi gran cajón de madera. Como era tan grande, decidí colocarlo debajo de la cama. Mi cama en Galicia, tiene cajones debajo que me solucionan muchos problemas de almacenaje, pero en Madrid mi cama es mucho más básica, y me parecía una pena desaprovechar el espacio debajo. Pero claro, primero tenía que conseguir que dejase de parecer un cajón de obra:
Paso uno: darle una mano de chalkpaint (que ya sabemos que sirve para todo) en este caso en gris muy clarito.
Paso dos: para darle un toque diferente, dibujar unas letras, en este caso "boots and shoes" que es lo que va a contener en definitiva. Para ello no podía usar mi querido rotulador de tiza (pintura demasiado clara), pero por probar que no quede, y utilicé un rotulador permanente negro y bien, mucho más fácil que pintar con pintura acrílica y el efecto es bueno. Simplemente tenéis que dibujar primero a lápiz y después pasar el rotulador. Al finalizar lo froté un poco con goma de borrar y así quedó con un aspecto más gastado.
Paso tres: Empapelarlo por dentro con este papel tan bonito de Holamamá, no era necesario, pero como había quedado tan bien en la caja de vino reciclada, no me resistí a volver a usarlo. Para varias elegí rombos en vez de estrellas. Os lo aconsejo porque es tan bonito que siempre queda perfecto (esta semana lo he visto también en el blog de Baballa).
Paso cuatro: ponerle ruedas, porque sin ruedas no tiene sentido un cajón debajo de la cama. Y aquí es donde el proceso creativo empezó a hacer aguas... En ninguna ferretería encontré ruedas pequeñas y si las compraba muy altas entonces el cajón chocaba con la cama.... Después de darle muchas vueltas, ordenando la habitación de mis hijas me di cuenta de que ellas tenían más ruedas que cualquier ferretería :-). Coches de mueñecas, cochecitos... ya estaba a punto de robarle las ruedas de la caravana de Pin y Pon cuando encontré este mecano de Ikea que tienen desde hace años y que tan buenos ratos de juegos nos ha dado. Y allí estaban mis cuatro ruedas, con sus engranajes de goma :-). Un tornillo largo como eje, y listo, mi cajón ya es móvil!!
Y no hay más pasos, sólo colocarlo en su sitio y hacer unas fotos para que veáis lo bonito que ha quedado. Hace unas semanas que estaba en la calle el pobre, y ahora, al menos yo, ya no lo tiraría .-). Cómo me gustan las segundas oportunidades!!