Tejer me ocupa las manos y me libera la cabeza, me brinda la oportunidad de encontrarme conmigo misma, mientras creo algo bonito. Tejer me aleja del estres, del cansancio del día a día.
Para mi tejer es mi mejor terapia, tejo cuando estoy triste, porque el concentrarme en los puntos me ayuda a olvidar mi tristeza. En estos casos mis aliados son los grannies, nada de contar, nada de estresarme, simplemente seguir un patrón repetitivo y jugar con colores que me levanten el animo.
Tejo cuando estoy contenta porque puedo dar rienda suelta a mi imaginación y crear nuevas formas, jugar con colores y texturas y adelantar la satisfacción de ver el resultado final.
Invento e investigo cosas para mis alumnas, tejo para mi marido, para mis sobrinos, para mis amigas, para causas solidarias, para causas perdidas, para aprovechar restos de lana, para aprender algo nuevo.
Salto del ganchillo al punto, de unos calcetines, a un amigurumi, a una muestra de un punto nuevo.
Recuerdo las tardes de pequeña con mi abuela, con mamá, las competencias con mi hermana. Mis años de adolescente tejiendo con mis amigas del cole. Y mis años de ahora donde tejo con mis nuevas amigas y con las amigas de la infancia.
Y también con las MaryBichus, que mas que amigas son hermanas, a las que tanto quiero, admiro y agradezco, ellas son mi inspiración y este homenaje va para todas ellas.