Pero una vez sacado todo ese mal rollo, una vez echada la rabia, el enfado o la tristeza, tenemos que pararnos a pensar en lo otro, eso de lo que poca gente habla pero está ahí también, lo bueno. A veces parece que se nos olvida todo lo bueno que tenemos en la vida, incluida esta misma, que no es poco. Aunque todo lo bueno del día se limite a "hoy no me ha caído una maceta en la cabeza", también esos días hay que valorarlos positivamente.
Pensar en las cosas buenas que tienes, materiales y personales, te hace tomar conciencia de lo afortunada que eres, a pesar de todo lo demás. Lo que tienes, lo que eres, lo que has construido, tus relaciones... Hay muchas cosas por las que podemos sentirnos felices y satisfechas. No tienes que esperar a estar enferma para sentirte agradecida de tener salud. Pensar en ello ahora que la tienes, te permite tener un punto de vista optimista ante la vida y esto se traduce en sensación de bienestar. Y quién no quiere tener esa sensación?
Esta reflexión debe ser diaria, cada noche antes de acostarte, o cada mañana al levantarte, pueden ser buenos momentos para dar un repaso a todo lo bueno que te ha ocurrido. Piensa en tus cualidades y virtudes, los retos superados, tu familia... Todas ellas son cosas para estar agradecida a ti misma, a otra persona o al más allá, pero agradecida al fin al cabo. Si lo haces antes de acostarte, dormirás mucho mejor; y si lo haces al levantarte, afrontarás el día con mucha más energía y por supuesto, en positivo. Porque ya lo dice el refrán, "es de bien nacido ser agradecido"...
Este hábito yo ya lo tengo, y tú?
Feliz fin de semana!!!
Pd: Gracias por estar ahí ;)
Fotos: Sara González Carrasco