Y os lo cuento porque he estado en los dos lados, en el del que se queja constantemente (cuantas veces os habré dicho que no tengo tiempo!) y en el del que escucha a otros quejarse. Y la conclusión es clara: nadie quiere cerca a gente que se queja a todas horas, esas personas que les preguntas "qué tal" casi sin esperar respuesta y te contestan con algún mal rollo. Si por lo menos lo hicieran con humor...
Porque todos tenemos días malos, o malas rachas pero no podemos caer en una espiral de lamentos. Primero porque no lleva a ninguna parte y segundo porque te llevará muy lejos, lejos de la gente. Siempre hay algún motivo para sonreír, y cuando no lo hay, siempre podemos reírnos de nuestras desgracias (ojo, nunca de las ajenas que eso está muy feo). Os confesaré que las publicaciones que más éxito tienen son en las que os cuento algún fracaso, y gracias a eso, muchas veces se transforman en momentos divertidos y anecdóticos. La ironía y el sarcasmo son dos buenas maneras de transformar un día para olvidar, en un día para reír al recordarlo.
Así que hoy mismo vamos a poner punto final a la queja gratuita y vamos a positivizar, a reírnos de nuestros errores y disfrutar de lo poco o lo mucho. Que digo yo, pudiendo estar a gusto, para qué estar a disgusto? Además, hoy es el Día Universal del Niño, un buen momento para enseñar a nuestros peques desde el ejemplo.Y tú que opinas?
Un besazo!!
Fotos: Sara González Carrasco