Mezcla los ingredientes secos. Vierte la harina y la sal en un tazón. Mezcla ambos ingredientes hasta que estén distribuidos de manera uniforme.
Añade una cucharada de alumbre a la mezcla, pues esto hará que la plastilina tenga un sabor menos agradable para los niños y por lo tanto será menos probable que un niño la ingiera. Asimismo, el alumbre funciona como conservante y ayuda a reducir el desarrollo de bacterias. Si bien el alumbre no es tóxico, si se usa en grandes cantidades puede causar dolores estomacales.
Asimismo, puedes añadir dos cucharadas de cremor tártaro para incrementar la elasticidad de la plastilina.
Agrega los ingredientes húmedos. Añade el agua y el aceite vegetal a la mezcla de ingredientes secos y revuelve.
Puedes añadir unas gotas de glicerina para darle brillo a tu plastilina.
Modifica la consistencia. Añade más harina, si la mezcla está demasiado pegajosa; o añade más agua, si está demasiado seca.
Añade algunos ingredientes opcionales. Debes añadir en este momento el colorante para alimentos, la brillantina o algún ingrediente que le dé alguna textura especial a la plastilina. Sigue mezclando hasta obtener una mezcla completamente uniforme.
Amasa. Saca la plastilina del tazón y amásala sobre una superficie plana. Asegúrate de que la plastilina tenga una consistencia suave y uniforme e integra cualquier ingrediente que haya sido difícil de mezclar en el tazón.
Y listo ya los pequeños tendrán garantizadas muchas horas de diversión y entretenimiento para amoldar y crear increíbles obras de arte
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