Entre las muchas, muchas obsesiones que tengo, está la del autoabastecimiento, que es una palabra larga y con todas las vocales que significa generar todo lo que uno gasta.Igual que me pasa con el minimalismo, mi actitud ante el autoabastecimiento es bastante personal. Soy consciente de que nunca voy a fabricar todas las cosas que necesito y, la verdad, creo que no me gustaría hacerlo, pero sí que me gusta aprovechar las cosas que tengo en casa y crear objetos de uso común dándole una segunda vida a las cosas que ya hemos usado.
Cuando era adolescente (y muy ecologista) me compré la Guía del joven consumidor verde, que leí y releí mil millones de veces y que me sirvió para sembrar mi casa de pequeños carteles: "Cierra el grifo mientras te laves los dientes", "Apaga la luz cuando salgas de la habitación" y ese tipo de cosas.
Uno de los conceptos que más me impresionó fue la contaminación que causa el aceite sucio que tiramos por los desagües. Un concepto que recuerdo que mi profe de ética puso en duda con un argumento de peso: "Si así fuera, no nos dejarían tirar el aceite por el desagüe". Y la adolescente inocente era yo.
Años después me enteré de que con ese aceite usado, bien filtrado, se podía hacer jabón. Y que ese jabón era el mejor para lavar la ropa. Y que el jabón era sencillo de realizar y que nuestras abuelas lo hacían en casa.
Así que era cuestión de tiempo que empezase a probar y a hacer experimentos.
Este año me he decidido a ir pasando poco a poco a productos de limpieza naturales. Ya he hecho algunos experimentos con las pastillas del lavavajillas (que todavía tengo que perfeccionar antes de compartirlas con vosotros) y con el jabón para lavar la ropa (que es más fácil y ya lo tengo mucho más conseguido). Y quiero seguir intentándolo con otro tipo de productos que no me gusta tener en casa y que, además, son caros. El jabón que uso ahora para la ropa me cuesta cuatro duros, literalmente. Y su base es este jabón casero que hago con un aceite que de otro modo tiraría (desplazándome al punto azul o verde, como le llaméis en vuestra zona, para tirarlo con seguridad). Así que este, como podéis comprobar, es uno de esos proyectos que me chifla hacer.
Aunque hacer jabón es fácil, es un proceso en el que importa mucho la exactitud y la paciencia. Se trabaja con sosa cáustica, que es un producto irritante que puede causar heridas de consideración y luego hay que remover la mezcla durante un buen rato. Así que no es un trabajo para tomarse a la ligera.
Tenéis que trabajar en un lugar bien ventilado y usar guantes y, a ser posible, gafas de protección para evitar salpicaduras. Para trabajar tenéis que usar recipientes de cristal, cerámica o plástico duro, nunca metálicos. Y podéis usar cualquier batidora que tengáis en casa si luego la limpiáis bien. No os hace falta tener una batidora únicamente para hacer jabón.
Pues empecemos. Necesitamos:
- 1 kg de aceite de oliva reciclado (bien colado)
- 100 gramos de aceite de coco
- 387 gramos de agua destilada
- 151 gramos de sosa cáustica
- Aceites esenciales, flores secas o lo que queráis añadir para darle olor, propiedades y color
Para hacer jabón, mediremos nuestros ingredientes por el peso. Yo le añado un poco de aceite de coco porque es espumoso, pero podéis omitirlo. Si lo omitís, variará la cantidad de los demás ingredientes. En Mendrulandia tenéis una buena calculadora en la que podéis poner la cantidad de aceite exacta que tenéis (y mezclar varios aceites) y os dirá la cantidad de agua destilada y sosa cáustica que tenéis que añadir.
Usad tres recipientes diferentes. En el primero poned vuestros aceites, en el segundo el agua destilada y en el tercero la sosa cáustica, todo bien pesado.
Lo primero que haremos será disolver la sosa cáustica en el agua. Añadid la sosa al agua, nunca al revés, para evitar salpicaduras. En cuanto la sosa se empiece a mezclar con el agua notaréis que la disolución aumenta mucho la temperatura. Es normal. Revolved bien con una cuchara de madera, pero no os acerquéis demasiado, porque los gases que desprende la mezcla son nocivos.
Disolved completamente la sosa y dejad que la mezcla se enfríe a temperatura ambiente.
Verted la sosa cáustica en el aceite.
Ahora llega el momento de la batidora. Se puede hacer con un minipímer, con unas varillas o incluso con la Thermomix. Con mucha paciencia, porque tarda un rato, batid la mezcla. Es importante que lo hagáis siempre a la misma velocidad y con los mismos movimientos, porque el jabón se puede cortar igual que una mayonesa.
De hecho, tenemos que llegar a una textura parecida a la de una mayonesa o una bechamel, que se llama "traza". Tened paciencia e insistid, parece que le cuesta, pero primero emulsiona y luego, poco a poco, va espesando hasta que tenéis una consistencia de crema.
Cuando lleguéis a la consistencia de crema, hay que verter el jabón en un recipiente. En este caso, yo usé un táper viejo, pero podéis hacer un molde con un tetrabrick de leche abierto por un lado y bien limpio, por ejemplo.
En este momento podéis añadir los aceites esenciales o las flores secas, si queréis darle algo de color o de olor. Recordad que hay que usar poca cantidad de aceites esenciales porque pueden quemar la piel si la concentración es demasiado elevada.
Envolved el jabón con un par de trapos para que conserve su calor. Veréis que al cabo de unas horas el recipiente sigue calentito.
Al cabo de 24-30 horas, podéis cortar el jabón, que todavía estará blando, en pastillas. O lo podéis dejar en bloque y cortarlo después de curarlo, a medida que lo vayáis necesitando.
Tenéis que dejar que "cure" o endurezca durante unas cinco o seis semanas. Ya sé que os parece mucho tiempo, pero es solo la primera vez, porque después lo iréis haciendo a medida que tengáis aceite disponible y siempre tendréis algunas pastillas curándose y otras en uso.
Y ya está. Ya tenéis el mejor jabón del mundo para lavar la ropa y para hacer muchos de los productos de limpieza que necesitáis en casa. Ya os iré contando. Y lo mejor es que habréis aprovechado un aceite que si no habríais tirado. Vamos, que cada pastilla os sale casi gratis (la sosa cáustica es muy barata).
Ya sabéis que este es uno de esos proyectos que me hacen inmensamente feliz. No lo puedo evitar. Menos basura siempre me pone de buen humor. Y menos compras también. Probadlo y me contáis.