Aquí estoy, reciclando calcetines.
¿Os cuento algo?:
No me gustan los calcetines negros lisos, pocas cosa más aburridas existen sobre la faz de la tierra, y además… es más fácil emparejarlos si llevan rayitas, lunares, estrellas, donuts, alubias, o robots (tengo un par de calcetines de robots, me encantan)
¿Os cuento algo más?:
Tengo una fijación, y es el sacarlos de la lavadora y tenderlos ya emparejados, así que con colorido siempre es más rápido, y además practico un
Y así estamos, en una lucha intestina, en mi pensamiento creativo-racional dos pesos pesados se debaten:
- a la izquierda, con pantalón rojo, peso plomo, y siete victorias sucesivas, ¡¡¡¡racional!!!!
- a la derecha, con pantalón verde pistacho, peso plomo, e igual número de victorias, ¡¡¡ creativo!!!
Es decir, que sufro lo mismo cada vez que unos calcetines chulis que no voy a volver a encontrar en la tienda se rompen, como cuando se me ocurre por fin una idea con calcetines y los únicos con patatas son negros y feos (no míos, of course).
En fin, que gane el del pantalón rojo, gane el del pantalón verde, algo tengo en la cabeza. Hasta que lo lleve a cabo deberé revisar tooooodos los calcetines del hogar pangálico a la búsqueda del agujero letal, ese agujero que los pone en el corredor de la muerte que son mis gigantescas tijeras.
De momento sólo tengo estos pares, y seguro que he tirado un montón de ellos bien bonitos, cosa que abre un horizonte de esperanza a que realmente no sufra de síndrome de Diógenes
NOTA ENORME Y GIGANTESCA: Esta publicación la tenía programada desde hace unos diez días, y el 12 de febrero un par nuevo de calcetines guays perecieron, ¡¡¡bieeeeeeeeennn!!! y al mismo tiempo buaaaaaaaaaaa, pero fantástico porque son lisos y con una estrella, para romper la bella monotonía de las rayas
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