Cuando empecé el año y brindé por el 2015 realmente pensé que me traería muchas cosas bonitas, pero no contaba con mi pequeña abichuelilla, aunque a veces me hacía ilusión pensar que oye ¿y si quizás si?. Le decía a mi hombre ¿te imaginas que este año nos trae otra tripilla? Pero parecía improbable la verdad, no andaba el horno para bollos y sobretodo con el ritmo de vida que llevaba no me veía volviendo a intentarlo. Pero en primavera, en una de mis crisis creativas y personales, en las que pensaba dejarlo todo, cambié el color del taller, decidí vivir, hacer planes todos los fines de semana, respirar... resulta que la abichuelilla llegó (aunque lo supo antes mi hermana que yo).
Y a ese mayo maravilloso, le siguió un junio lleno de miedo, ilusión, náuseas y sueño, un julio lleno de olas de calor, emoción y sueño, un agosto lleno de felicidad y sueño, y un septiembre lleno de sueño y calma... Como si el cuerpo se pusiera en modo automático, como si el mundo no fuera con él, pidiendo movimientos lentos, tiempos lentos, vida tranquila y sencilla... No importa nada a parte de que mi bebé crezca sana y mi peque sana y feliz. El resto puede esperar. El blog puede esperar. El mundo, puede esperar.
Antes de esto tuve la suerte de guardar un Cuaderno de Embarazo que he utilizado para nuestra pequeña, con una preciosa ilustración de Cristina G. Cintado.
Al ser cartulinas blancas las he ido personalizando con las ecos, las cosas que me dice Nora, los cambios homonales... en fin, un poco de todo y todo con un poco de washi que queda mejor.
Gracias por seguir ahí y gracias por leerme.
Sandra.