Tenía una mochila de letras para jugar en la arena de la playa, pero ya se sabe que el cubo y la pala se compran siempre al llegar al destino, es un clásico, y esta mochila nunca logramos acordarnos de meterla en la maleta. En casa no le daban mucho uso, la costumbre supongo, de verlas siempre en el mismo sitio. Y dado que mi hijo mayor está empezando a leer y las letras le despiertan mucha curiosidad, pensé que si las tenía a la vista, les sacaría más provecho.
Así que me puse manos a la obra: pinté las letras en tres colores diferentes, alternando para que en la composición final, quedaran los colores bien distribuidos. Rescaté un viejo cuadro (destinado por su dueña a terminar en la basura) y pinté de blanco la chapa trasera, con fin de utilizarla como fondo del cuadro. Por último pegué las letras con un pegamento fuerte, ya que estas letras solo tocan con la base por los bordes.
Qué os parece tener el reciclaje que me he marcado? Os gusta el resultado?
Un besote y feliz día!
Fotos: Sara González Carrasco