de los lugares mágicos.
Coral nos proponía que presentáramos un lugar o espacio mágico para nosotras, no necesariamente derruido o abandonado, sin embargo yo he optado por esto último:
la casa donde viví desde que nací hasta los cuatro años, estas son sus fotografías
La casa en la que pasé desde los primeros días de mi vida hasta que entré en el colegio era muy grande, amplia, soleada, y con un precioso jardín que mi madre cuidaba. Se decía de ella que si plantara los rosales hacia abajo crecerían y lucirían igualmente coloridos, y su adorado nisperero daba los frutos más dulces del lugar.
Inspiraba cierto aire colonial, la luz bañaba sus paredes, decoradas con vistosos papeles pintados, atravesando amplios ventanales y balcones. Desde el recibidor se veían las escaleras, unas escaleras que el día de Reyes se llenaban de regalos acumulados en secreto durante todo el año. Esos fueron los peldaños donde yo a aprendí a subir alternando el pie como las niñas mayores.
Esta casa culminaba en una buhardilla que escondía grandes secretos: el baúl de madera y cuero que en otros tiempos alojó el ajuar de la abuela que no llegué a conocer, y un lienzo con una mujer desnuda, La Venus del espejo.
Hoy día esa casa ya no luce con vida. Del tejado empezaron a crecer chumberas que no dan higos, de momento.
El sol ya no atraviesa sus ventanas, están tapiadas.
Las palmeras dominaron a los rosales y compiten con los sauces…
… el suelo de los balcones no inspira seguridad …
… y sus puertas en otro tiempo fueron violadas.
Esta chalet, como otros tantos de la misma urbanización, fue habitado, abandonado por una industria en otro tiempo floreciente, ocupado, avasallado hace ya años, y hoy pervive como lo veis.
La casa no era de mi familia, ni muchísimo menos, tan sólo era una cesión temporal. En los años 60 mi padre empezó a trabajar en una gran empresa que alojaba a algunos de sus empleados en estos chalets, creo que quince en total. Durante el proceso de desindustrialización de los años 80 se desmanteló progresivamente, aunque nosotros ya nos habíamos marchado unos doce años atrás.
Tras nuestra estancia otra familia se alojaría allí. Nunca los conocí ni supe quiénes eran.
Porches medio consevados con algún travesaño pensando en caer, y canales de aguas pluviales abatidas por las palmeras.
Una enorme pitera que cuando mi hermana mayor era niña le igualaba en talla, y hoy día ya le supera, y en mucho.
¿Encontrais algo extraño en la próxima fotografía?
Todo el recinto se encuentra alambrado, el de este y los restantes chalets que ya no son accesibles, ni para familias ni tampoco para otras personas porque se está trabajando en ellos. Durante años y años permanecieron abandonados, las gentes del lugar contaban que parecía ser un poblado fantasma de grandes casas abandonadas, algunas con las puertas abiertas y una maleta esperando a su amo en el recibidor. Grandes bolas de maleza rodando por los paseos y hojarasca cubriendo sus jardines.
Mediante una iniciativa municipal se están rehabilitando las casas, por sus calles ya pasean niños y ancianos, y las personas curiosas buscamos alguna valla vencida por donde poder escudriñar nuestra infancia y relatar a nuestras parejas todo aquello que ni siquiera recordamos.
No todos los chalets eran iguales, tampoco se construyeron al mismo tiempo, y algunos de ellos tenían una arquitectura sin duda singular.
La profusa vegetación en otros tiempos cuidada, hoy literalmente invade cubiertas y fachadas. En esta zona de la urbanización es más profusa porque durante algunas horas al día se cobija en la sombra de otra construcción coetánea.
Aún quedará tiempo para que continuémos escudriñando los papeles despegados de paredes, para que fantaseemos con estas ventanas abiertas y sobre quién y cuándo se asomó por última vez, tal vez sin saber que no se repetiría la escena.
“Pronto” todo esto ya estará resuelto, destinado a un uso público justamente reclamado durante decadas. En los largos años de abandono este recinto se ha deteriorado profundamente, incluso han sucedido tragedias, auténticas tragedias que este soleado día mal elegido para fotografiar semejante entorno no puede transmitir.
Se paseará bajo la sombra de sus árboles, quién sabe si algunos de ellos, en caso de haber sobrevivido, pronto serían centenarios.
Esta ha sido mi aportación al blog de Baby Cat Face, mi lugar mágico que apenas recuerdo. Tan sólo hace dos días que tomé las fotografías, ya poco relacionadas con la vida entre mis cero y cuatro años. Muchas personas han habitado las casas, familias, ocupas, quien sabe si también mendigos. Se culpa a estos dos últimos, pero… ¿por qué no se rehabilitaron antes de que todo ello ocurriera?
Y ahora sólo te pido un favor. Si por casualidad conoces este recinto, dejemos que sólo en missoluciones-pángala.com sea un lugar mágico, plis, no desveles su ubicación en los comentarios, ¿lo harías por mí?, sé que sí ?
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