Consejos para seguir organizándote en un momento de crisis




En estos momentos en que la vida se detiene (véase, la pandemia, un accidente, una enfermedad, un momento personal complicado), ¿cómo podemos seguir manteniendo una planificación? ¿qué ocurre con nuestros objetivos?

En esta entrada quiero tratar este tema, desde mi experiencia más personal e íntima, y me encantaría conocer también la tuya.

[Antes de nada, te cuento mi punto de partida, pero si quieres ir al contenido puro y duro, puedes saltarte este párrafo...]

Llevo tiempo sin aparecer por aquí para escribir contenido nuevo, porque con el contexto actual en que nos encontramos, he pasado por varias fases, que imagino serán bastante parecidas a las que habrás pasado tú: una primera fase en la que la vida se para, de un día para otro, y surge la preocupación, incluso la ansiedad (no sé si te pasó igual pero al inicio, yo veía compulsivamente toda la información que podía), y la mente no estaba para atender estos temas, más banales y de ocio. Me limitaba a trabajar, como podía (y han sido días de muchísimo trabajo, y mucho reajustar), luego una fase de aislamiento (como respuesta a esa ansiedad) en la que me centré, casi de forma automática, en establecer una nueva rutina, en hacer que fuese lo más normal posible, ya no solo por mi, sino por mi hija también. En casa nos centramos en establecer rutinas de higiene, limpieza, especiales, rutina de aprendizaje y desarrollo, de mucho juego variado, de trabajo y de cierto tiempo libre a solas (todo lo a solas que se puede estar dentro de la misma casa). El blog, en ese momento, estaba presente (en mi lista), pero no le dediqué tiempo. Ahora, ya en la primera desescalada, no sé si influenciado por el tiempo pasado, el haber normalizado la situación (más o menos), o porque ya es cabezonería mía, retomo las ganas de volver a escribir por aquí.

Esas fases por las que he pasado, pueden coincidir en cierto modo, con las fases de un duelo. De hecho, me pasaron por whatsapp (no tengo la fuente pero si la conoces, la incluyo encantada) esta imagen relacionada con el COVID, que lo recoge y resume perfectamente:




Durante las primeras semanas, el mejor reflejo de mi paso por esa curva, fue mi planner. Normalmente, cargado de tareas, listas, o anotaciones, de una semana a otra, pasó a tener lo mínimo, y lo abría una o dos veces a la semana. Especialmente al comienzo del todo, ese bloqueo, esa crisis, me hizo pensar que no tenía sentido planificar nada más. Estaba en esa fase 2, en el bloqueo. Al ser consciente de que estaba en ese bloqueo, era consciente de que estaba parando en seco mis objetivos, incluso los más a corto plazo, y no encontraba fuerzas para atenderlos, y me generaba una sensación de frustración.




Ante un bloqueo así, lo mejor que pude hacer es darme tiempo para aceptar la situación, y postergar y retrasar las tareas realmente importantes a otros momentos en los que mi mente estuviese más relajada. En un momento de crisis, nuestra cabeza estará más dispersa, será muy difícil centrarnos en las tareas que requieren de mayor concentración, y no debemos ser duros con nosotras mismas, necesitamos ese tiempo para comprender qué está ocurriendo (fase 3 del gráfico). Debemos tener paciencia con nosotras mismas.

Durante esos momentos, podemos centrarnos en planear tiempo para nosotras mismas, para cuidarnos (self-care), haciendo algo que nos relaje, que nos ayude a calmar la mente, y que nos haga disfrutar un poco. Cada una tendrá su rollo, a cada cuál le irán unas cosas, u otras. Puede ser darte un baño de espuma, o leer una novela tirada en el sofá, o darte una maratón de Netflix, de esa serie que llevabas tiempo queriendo ver (o esa que ya has visto 15 veces pero que tanto te gusta). ¿Te has dado cuenta cuánta gente ha empezado a hornear pan durante estas primeras semanas de confinamiento? La cocina resulta relajante (por cierto, yo también hice mi propio pan ¿y tú?). La idea es buscar una actividad que nos mantenga ocupadas, pero con la mente desconectada de las noticias, o de aquello que nos ha generado la crisis que estamos viviendo.

¿Has oído alguna vez la frase manos ocupadas, mente ocupada? Pues de eso se trata: si nuestra mente no hace más que dar vueltas en torno a un mismo tema que nos preocupa, nos agota (física y mentalmente), pero una actividad -una manualidad, cocinar, un puzzle...- que nos haga poco a poco centrarnos en aquello que estamos creando, acaba desplazando el foco de esa preocupación, a lo que tenemos entre manos.

Además de tiempo para nosotras, serás consciente de que, aunque lo pueda parecer al comienzo, la vida no para, es decir, seguirás teniendo trabajo, o a alguien que cuidar, o temas que no podrás retrasar. ¿Cómo planificar en estos casos?

Mi recomendación es:

No te exijas demasiado, si ves que no estás al 100%. Baja tus expectativas, no es lógico seguir pensando que puedes hacer cienmil cosas a lo largo del día, si no consigues centrarte en nada.

Todos los días, establece un máximo de 3 cosas que quieres hacer, sí o sí, ese día. Son tus 3 tareas más importantes del día (M.I.T. del inglés most important task)

Analiza cuándo estás con más energía. Probablemente sea por la mañana, tras levantarte (que no llevas todo el cansancio de la jornada). Intenta realizar esas 3 tareas en ese momento.

Aléjate del móvil y las noticias, reduce tu consumo de información a una vez al día, para seguir sabiendo qué pasa a tu alrededor, pero sin que genere ansiedad. El exceso de información es un mal moderno, y el evitarlo solo depende de ti.

Planifica tiempo off (de descanso) todos los días, aunque sea media hora. Usa ese tiempo para hacer algo que te divierta, que disfrutes.

Planifica también tiempo de ejercicio y actividad. Y en esto, te reconozco que he fallado muchísimo estas semanas, y mi cuerpo lo nota con creces. Mantener una vida activa, pese al cansancio que pueda suponer inmediato, nos da energía y, además, nos ayuda a mantener un estado de ánimo más positivo (por las endorfinas que generamos con el ejercicio).

Y ¿qué pasa con mis objetivos, que ya tenía planeados?

Bien, este es otro punto importante. En un momento de crisis, quizás nos encontremos con esa situación, que teníamos en mente ciertos planes u objetivos y que, de un día para otro, sintamos que no tienen sentido. O que no podemos afrontarlos, ahora mismo, por el motivo que sea. ¿Qué hacemos?

Lo primero, normalizarlo. Es perfectamente normal sentirse así, por lo que sentir frustración o enfadarse por ello, no tiene sentido. Pero también, si es así como nos sentimos, hay que permitirse sentirlo (es decir, reconocer que esta situación, te genera frustración), para poder analizar qué está desencadenando esa situación, y a partir de ahí poder responder en consecuencia.

Lo segundo, es hacer un inventario de tus tareas pendientes, tus objetivos y planes. Sé consciente de todo lo que tenías y querías hacer. Revisa cada uno de ellos y piensa: ¿tiene sentido seguir adelante con esa tarea o ese objetivo? (si no ahora, más adelante). Si ya no tiene sentido, ¡déjalo ir! Quita esa tarea de tu lista, olvídate de seguir trabajando en ella.

Si tiene sentido, entonces pregúntate ¿Puedes llevarla a cabo ahora? (¿tienes recursos? ¿el tiempo necesario? ¿tienes las ganas?) Si la respuesta es "no", la solución es postponer esa tarea u objetivo, para más adelante. ¡No pasa nada por postponer ciertos objetivos o ciertas tareas! Muchas veces nos metemos demasiada presión, pensando en que todo tiene que estar solucionado o hecho para ayer, y eso nos genera vivir en una situación constante de estrés.

Si la respuesta, por el contrario, es "si", inclúyela en tu planteamiento diario o semanal. Ojo, a lo mejor, y debido a la situación especial, lo que necesitas es reajustar esa tarea u objetivo: quizás debas buscar una forma alternativa para llevarla a cabo, o reajustar el tiempo que le puedes dedicar o el cómo lo vas a hacer. Te pongo un ejemplo que te será más sencillo de entender. Si tu objetivo era hacer ejercicio todas las semanas, y habitualmente ibas a un gimnasio, y, como ha ocurrido, de un día para otro, cierran todos los gimnasios, no tienes porqué postergar ese objetivo, sino reajustarlo. En este caso, puedes sustituir el gimnasio, por tablas de ejercicio en casa, bien gratuitas desde Youtube, bien con un entrenador personal contratado, que te las mande. Es decir, buscas alternativas para seguir avanzando en ese objetivo.

Al final, se trata de adaptar nuestra rutina de planificación a nuestra realidad actual, con flexibilidad y amabilidad, sin ser duras con nosotras mismas. Poco a poco, recuperaremos la normalidad, y seremos capaces de volvernos a centrar en las actividades, o podremos ir haciendo más cosas.

Ahora, cuéntame ¿te ha pasado algo parecido durante estos meses de confinamiento, o en algún otro momento personal? ¿has notado si tu capacidad de concentración, o de planificación, se ha visto reducida? ¿qué hiciste? Déjame un comentario con tu experiencia, me encantará conocerla :)

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Fuente imagen principal: Unsplash

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