Volvemos con la crónica de la Japan Weekend de Madrid. Me pedisteis una crónica completa, y estoy intentando hacerla todo lo completa que pueda. Quedamos en el domingo, segundo y último día de salón:
Así estaba la mesa justo al abrir el domingo, cambia respecto al día anterior.
El domingo fue aburrido, en pocas palabras. Vino muy poca gente como público. Vinieron también temprano por la mañana, pero a media tarde ya no quedaba casi nadie. Desde el Facebook de la organización dijeron que hubo récord de asistencia el domingo, y yo creo que se refieren a que hubo menos asistentes que nunca. Poquita gente se pasó por la zona de no comerciales, y mucha menos nos preguntó cosas o estuvo interesado en lo que hacíamos. Fue un día de avanzar con una bufanda que estoy haciendo con lana de alpaca (vendré a enseñárosla pronto), pero no mucho, porque entre el cansancio acumulado de los otros días y el aburrimiento, cada vez que cogía las agujas sentía que me quedaba dormida en la silla.
Lo único emocionante que pasó durante el domingo fue una gymkana Pokemon en la que guardamos unos cuantos para dárselos a los entrenadores, y la visita de otra amiga, hacia el final de la tarde. La gymkana estaba prevista para el sábado, pero el puesto de información del salón estaba muy mal informado de todo en general, no consiguieron que se apuntase nadie y lo repitieron el domingo.
Las cartas con los Pokemon y dónde las teníamos escondidas. ¡No me quedan tarjetas de visita!
¡Sackboy guapo! Junto a Bender y Totoro, uno de los triunfadores de mi mesa.
No hace falta decir que el frío el domingo fue igual que el día anterior.
Sin embargo, el tiempo se pasó algo más rápido, y así como daban las 8 empezábamos a desmontar. Por suerte, encajar todo de nuevo en las maletas fue más fácil que hacerlo en mi casa y pronto estábamos esperando a que nos devolviesen la fianza de la mesa y ya dábamos por terminada, completamente, ¡nuestra primera participación en una Japan Weekend!
Pero aún quedaban muchas horas antes de volver a casa. Salimos a la mañana siguiente de Madrid a las 12 y poco, y llegábamos a Coruña a las 7. Mi autobús salía a las 8, y hasta casi las 10 no conseguí entrar en casa (con tanta lluvia la puerta se hincha, se atranca y no puedo abrirla; una fiesta).
Tengo la garganta destrozada, tanto que estoy afónica. Pasé todo el lunes y martes congestionada como hacía mucho que no lo estaba, me dolían los músculos como si estuviese empezando a tener décimas... lo he pasado muy bien, pero además del cansancio que esperaba, hay que sumarle el frío que pasamos durante tantas horas, que se nos acabó metiendo en los huesos y ni con las mantas de la cama terminaba por irse. Como ya dije en la entrada anterior, después de no dormir nada esta noche terminé yendo al médico por la mañana y por suerte estoy empezando a notar cómo se me alivia.
Los broches de nubes ganan en directo, ¿verdad?
Resumiendo: me lo he pasado bien, económicamente me ha salido muy bien y tengo una gran experiencia nueva que contar; por otro lado, he estado incómoda en la mesa, no me ha gustado la organización del evento y el viaje es demasiado largo. ¿Repetiré? Al momento de cerrar dije que sí. Hoy, que estoy enferma, digo radicalmente no. Pero habrá que verlo cuando lo organicen otra vez. A saber qué pensaré entonces.
Si hubiese asistido como público, tendría claro que no repetiría. La variedad en la zona comercial brillaba por su ausencia, y es sorprendente la falta de material ?real?. Casi toda la zona comercial era merchandising: camisetas, peluches y figuras de colección. Solamente había una mesa grande con manga (mucho manga y puro, ni siquiera tenían libros de ilustración o libros sobre manga) y era de la propia organización, una mesa con DVDs de uno de los patrocinadores del salón y alguna librería se animó a llevar un manojo de tomos de manga. Otra tienda tenía juegos de PlayStation 2 de segunda mano. Nada más. Un salón de manga y anime y la mayor parte de la mercancía que ofrecen para comprar son camisetas, chapas y peluches.
En parte está bien que se haya puesto de moda esto de ser friki, de ir a salones y hacer cosplay, pero está dañando a los salones en sí. Como decían unos chicos, no había prácticamente nada que no se pudiera conseguir en una tienda un día normal, y a veces con los precios inflados. ¿Dónde están los libros sobre series de anime, con cosas sobre ilustración; sobre los autores; sobre cómo se dibuja manga? ¿Dónde están los libros relacionados con la cultura japonesa, los haiku, la literatura de Japón y Asia? ¿Y sobre la comida? ¿Y los libros o mangas extraños con descuentos brutales para darles salida de los almacenes de una vez? ¿Dónde están los fanzines, la verdadera cantera? Eso no interesa al grueso de los asistentes. Es gente que prefiere comprarse un reloj de alquimista para presumir en vez de leer el manga o verse una de las series de Fullmetal Alchemist. Gente que se compra peluches y camisetas de Cthluhu y no se han leído ni se van a leer ni uno de los relatos de Lovecraft. Gente que ve a Totoro y ve un conejo gordo. Por ejemplo. Gente que gana el primer premio del concurso de cosplay en un salón dedicado a la cultura asiática con un grupal de Juego de Tronos y un individual de hobbit (y de segundo premio, una Alicia).
La gente de Fusion Freak. Más majos ellos.
No soy otaku. Mis preferencias dentro de esta moda friki siempre han ido por la ciencia ficción y los héroes occidentales, nada referido a Asia. He visto muy poco anime, he leído todavía menos manga y en un salón purista estaría más perdida que un pulpo en un garaje. Pero hasta yo me doy cuenta de esas cosas y me chirría. Si quisiera participar como público en un sitio así me gustaría que estuviese cargado de librerías con descuentos, con ofertas, con rarezas y con novedades recién editadas; que hubiese un poco de merchandising para poder llevarme alguna figura a casa o unas cuantas chapas (y que no tuviesen el tamaño de ruedas de camión), pero que no fuese lo principal. Al igual que me gusta cuando voy a las convenciones dedicadas al cómic (anda que nos disfruté este verano del Viñetas de Coruña).
Tampoco me hubiese gustado la descoordinación y la falta de actividades. Un salón así, por lo menos como los concebimos en Galicia, no puede basarse en pagar una entrada para ir a comprar, si no que tiene que ofrecer algo más: charlas, firmas, encuentros con autores, actividades, etc. Según lo que he estado leyendo, las actividades que se fueron cumpliendo fueron los torneos de videojuegos y las proyecciones. A media tarde del sábado vinieron las chicas del puesto de información a preguntarme si iba a hacer yo el taller de peluches, porque la gente estaba preguntando por él y ellas no sabían nada. La gymkana se tuvo que retrasar un día porque la gente no se enteró de cuándo se iba a hacer. (Por suerte) por el karaoke pasó poca gente. Es más, desde mi casa, antes del salón, no me enteré de qué actividades, charlas o firmas iba a haber. Ni siquiera estoy segura de que esta vez hayan invitado a algún autor a hacer alguna firma. No se puede hacer un evento así para ofrecer solamente una zona comercial: con internet tenemos todo eso, posiblemente más barato, en nuestras casas sin pagar entrada (y calentitos). Que el tema actividades esté tan descontrolado, cuando para mí es por lo menos el 50% del atractivo del salón me haría plantearme seriamente no volver. El otro 50% se lo reparten a partes iguales la zona comercial y el ambiente.
La comida que me cogí para traerme a casa: agar agar (lo busqué y rebusqué, y cuando llego a casa con él me dice mi padre que le suena del Gadis...; yakisoba instantáneo (también lo compré en variedad picante y en otra marca) y unas galletas de canela que no son de canela. No lo compré en el salón, si no en un supermercado asiático/español que teníamos cerca de la pensión.
Entonces, ya veremos si repito Japan Weekend desde la zona de no comerciales. Mientras, sé que no voy a ir a ningún otro salón hasta Expotaku A Coruña, en mayo. Tengo mucho que tejer para poder afrontar el verano sin mi clásico agobio de ?¡no tengo nada!?. Esta semana voy a alejarme un poco de las agujas para avanzar con la máquina de coser, y tengo que sacar tiempo para subir algún patrón que preparé para este fin de semana, anillo mágico ovalado incluido.
Paisajes bonitos, nevados y gélidos, durante gran parte del viaje de vuelta.